Retro NBA
Michael Cooper, pionero
Máximo Tobías  | 07.04.2013 - 12:45h.
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Máximo Tobías  | 07.04.2013 - 12:45h.


Cuando empezaron las retransmisiones regulares de la NBA en España, con el recordado “Cerca de las Estrellas”, recuerdo haberme preguntado por qué insistían tanto en el peligro de los triples de Michael Cooper durante aquellas finales entre Lakers y Pistons. Como aficionado angelino, el único peligro que les veía era para los intereses de su equipo, ya que no metía una ni pagando. Con la perspectiva que dan los años y las canas, entiendo ahora que eran los efectos residuales de uno de los primeros partidos importantes decididos desde la línea de tres, el segundo encuentro de la final de 1987 contra los Boston Celtics.


Curiosamente, Michael Cooper (Pasadena, 1956) no era el tipo de jugador al que uno esperaría ver convertido en especialista en el tiro exterior. Aunque sus capacidades atléticas destacaron desde temprana edad, Cooper tardó en encontrar su deporte. Primero probó el béisbol, y descubrió que no le gustaba recibir pelotazos; luego probó el fútbol (el otro fútbol) y descubrió que no le gustaba recibir empellones. Por fin llegó al baloncesto, pero incluso entonces sus comienzos fueron difíciles: fue cortado sus dos primeros años en el instituto, al tercero lo admitieron sólo en el “junior varsity” y no fue hasta el último curso que pudo formar parte del primer equipo. Aun entonces el entrenador le asignó el papel de especialista en defensa y rebote, ya que el equipo de los Pasadena High School Bulldogs contaba con otros dos jugadores como principales anotadores. A pesar de eso, en pocos meses Michael Cooper se convirtió en uno de los jugadores más destacados del equipo que llegó a la final de la Pacific League de 1973. Fue entonces cuando creó su apariencia característica con los calcetines hasta las rodillas, con el objetivo de que su abuela lo reconociera durante la retransmisión del partido. Los Bulldogs ganaron por un claro 84-67 con 25 puntos y 9 rebotes de Michael Cooper, y también se clasificaron para la final de la Major Division de la California Interscholastic Federation, aunque en este caso con peor suerte.





Con un solo año de experiencia en el instituto, es normal que Michael Cooper no recibiera ofertas de ninguna universidad importante. Su único destino posible era el cercano Pasadena Community College, y fue allí donde se convirtió en estrella. Apenas llegar se convirtió en el máximo anotador, y llevó a su equipo al primer puesto en su conferencia. Sin embargo, por el camino Cooper había olvidado sus estudios, dejando de asistir a las clases y no presentándose a los exámenes. El resultado fue una suspensión por motivos académicos que ponía en peligro su futuro, ya que si perdía la beca su familia no disponía de los medios para que continuara sus estudios. Michael Cooper dedicó ese verano a mejorar sus notas, y a partir de entonces no volvió a tener problemas académicos. Para entonces, Cooper era un alero atlético que usaba su exuberancia física para aportar puntos y espectáculo en forma de mates, rebotes y tapones, y varias universidades se interesaron por él cuando terminó sus dos años en Pasadena. Una posibilidad intrigante fue Michigan State, donde habría sido compañero de “Magic” Johnson, pero para entonces ya había decidido descartar cualquier región en la que hiciera frío. En su visita a Utah State, Cooper se había quedado bloqueado por una nevada, y eso fue suficiente. Su destino fue la Universidad de Nuevo Mexico del polémico Norm Ellenberg, donde continuó su progresión. En su temporada “senior”, Cooper llevó a los Lobos al campeonato de la Western Athletic Conference y fue elegido en su quinteto ideal gracias a su juego efectivo y espectacular, ejemplificado por un partido contra BYU en el que taponó los dos o tres primeros lanzamientos de un joven Danny Ainge.


Michael Cooper fue elegido en tercera ronda del draft de 1978 por Los Angeles Lakers, que buscaban un escolta que reemplazara al veterano Charlie Scott. Sin embargo, una gravísima lesión de rodilla le hizo perderse su año rookie casi íntegro, y llegó a poner en duda su carrera. Por fortuna, “Magic” Johnson llegó a los Lakers justo a tiempo. Con “Magic” y Norm Nixon ocupando las posiciones de perímetro, Michael Cooper se asentó como principal suplente exterior, alternando los puestos de “uno”, “dos” y “tres” gracias a su combinación de tamaño, fuerza y movilidad. Su físico delgado ocultaba unos músculos que parecían ébano tallado, y que le permitían defender por velocidad a rivales más pequeños y aguantar físicamente a rivales más grandes. Era capaz de subir el balón con solvencia y de ayudar al rebote, pero su principal aportación tenía lugar en defensa. Sobre todo cuando empezó a cristalizar la rivalidad con los Boston Celtics de Larry Bird, que se convertiría en su asignación defensiva más famosa y que le granjearía el galardón de mejor defensor de la NBA. A eso habría que añadir su actitud bromista y juguetona (en una ocasión culminó una rueda de prensa enseñándole el culo a los presentes) que lo convirtió en el mejor amigo de “Magic” en la plantilla y en uno de los jugadores más queridos por los aficionados, que acogían su aparición con el famoso grito de “Coop! Coop!”.





A pesar de todo ello, Michael Cooper no estaba satisfecho con su reputación de especialista defensivo, y buscaba maneras de aumentar su importancia ofensiva. Durante sus primeros años en la liga todos sus puntos llegaban a través de su capacidad atlética, sobre todo en contraataques y cortes al aro. Su única jugada definida era el “coop-a-loop”, una puerta atrás culminada en alley-oop a pase de “Magic” Johnson que ponía en pie a los espectadores, pero no servía como herramienta regular. Por eso, en 1983 Michael Cooper decidió aprender a utilizar el lanzamiento de tres, un recurso implantado poco antes en la NBA y que muy pocos jugadores sabían emplear con eficacia. El tiro de tres aún no se había ganado el aprecio de la prensa o de los aficionados, y en general estaba considerado como poco más que un truco vistoso o un recurso desesperado en caso de no poder ganar un partido “como dios manda”. Cooper fue uno de los jugadores que contribuyó a cambiar esa percepción, y una de las claves fue el segundo encuentro de la final de 1987. Michael Cooper ya había destacado en el lanzamiento exterior durante la eliminatoria de segunda ronda contra los sorprendentes Golden State Warriors, pero la audiencia de una final multiplicó su efecto.


Los Angeles Lakers habían ganado el primer partido con comodidad gracias a un espectacular James Worthy, y los Boston Celtics afrontaron el segundo sabiendo que un 2-0 les dejaría casi sin opciones en la final. Con un juego rápido y agresivo, los Celtics tomaron las primeras ventajas en el marcador, pero los locales consiguieron enjugar la diferencia. Michael Cooper saltó a la pista en la parte final del primer cuarto, y no perdió el tiempo. Los Celtics mostraban una defensa muy cerrada, intentando no dejar espacios a Jabbar y Worthy, y eso dejaba desatendido al perímetro. Cooper anotó su primer triple frontal después de que le devolvieran un simple pase interior, y luego el segundo desde el lateral. Esos puntos ayudaron a los Lakers a tomar sus primeras ventajas, y “Coop” terminó el primer cuarto con brillantez después de taponar un último lanzamiento de Larry Bird a la desesperada.





Los Lakers rompieron el partido en el segundo cuarto, con Cooper en pista. Primero formó pareja con Magic, abrumando al perímetro céltico y anotando su tercer triple cuando Dennis Johnson le dio demasiada distancia en transición, y luego como “tres”, aprovechando los nervios de un Larry Bird fuera de sí que se lanzó a intentar un robo de balón dejando solo a Michael Cooper para anotar el cuarto triple con comodidad. Pero curiosamente los mejores minutos vinieron en la posición de base: como sustituto de “Magic” , Cooper lanzó contraataque tras contraataque en una oleada devastadora que hundió a los Celtics y puso los veinte puntos de ventaja en el marcador. En una jugada muy reveladora, Michael Cooper condujo el enésimo contraataque por el centro sin que ningún defensor le saliera al paso, y terminó culminándolo con un sencillo lanzamiento en suspensión desde la línea de tiros libres. Su final de cuarto fue menos lucido debido al cansancio, con dos pérdidas tontas de balón y un triple forzado que no entró, pero para entonces el partido estaba decidido con un “airball” de Bird y McHale retirándose cojeando. Michael Cooper volvió a finales del tercer cuarto, cuando Boston intentaba una tímida reacción que quedó abortada cuando Dennis Johnson volvió a pasar un bloqueo de “Magic” por debajo para permitir el quinto triple del alero angelino. El sexto llegó en pleno festival Laker, un triple lateral cuando los Celtics habían retirado ya a sus titulares concediendo la derrota. Al final, 20 puntos, 9 asistencias, 4 rebotes y 4 robos para Michael Cooper, y fue elegido mejor jugador del partido por la CBS a pesar de las 20 asistencias de “Magic” .


Cuando terminó el encuentro (con la presencia en pista de jugadores marginales como Adrian Branch, Conner Henry o Mike Smrek), Michael Cooper se había reivindicado como opción ofensiva y de paso había borrado de un plumazo cualquier escrúpulo que pudiera quedar sobre la validez del triple como herramienta anotadora de primera magnitud. A partir de entonces su importancia no haría más que crecer, hasta convertirse en objeto de estudio estadístico buscando la mayor eficiencia anotadora. Quizás por eso no esté de más recordar a Michael Cooper y al tiempo cuando era noticia que un tirador anotase cuatro triples en una parte.







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Artículo publicado por Máximo Tobías

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