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Empecemos por las lesiones. El Mundial 2014 se disputa en España. Anda, como en 1986. Ahora nos ahorramos a la jirafa de mascota, eso sí. En el siglo pasado Estados Unidos aún enviaba a los universitarios a competir. Y también se rompían. Ser más jóvenes no les impedía lesionarse igual. Y de gravedad. Como Steve Kerr, que en Madrid vió como se le iba la rodilla. Protagonista de ese momento mágico que hemos visto mil veces del tiempo muerto en el que le dice a Michael Jordan que si le cubren le busque, que estará preparado, el nuevo entrenador de los Warriors estuvo a punto de olvidarse de una carrera NBA cuando le tocó estar nueve meses de baja en su último año en Arizona.

Ahora van los profesionales... y se rompen igual. Con lo que las franquicias se quejan, abanderadas por un Mark Cuban que se pone loco de contento cuando tiene un micro delante. Pero esto es tan cierto como que el proyecto de los Pacers, con sus dos finales de conferencia seguidas, se terminó para siempre con su estrella saltando a hacer un tapón a James Harden y esa imagen que... bueno, que hace que te tiemblen las piernas si no eres un sádico. Temporada en blanco para Paul George.

Las estrellas de Estados Unidos son humanas. Y se rompen. Nada nuevo. Hace décadas era Steve Kerr y ahora Paul George. Utah vió como el rendimiento de Carlos Boozer y Deron Williams iba a la baja en proporción inversa al aumento de las lesiones después de los Juegos de 2008, no tanto como Michael Redd, que encadenó males hasta romperse definitivamente. Es el último precedente de la transición de los Juegos al Mundial que aún está fresco en la memoria de las franquicias NBA.

Tampoco es exclusiva de los USA. Los Jazz querían que Raül López fuera el nuevo Stockton... pero se fastidió la rodilla con España y su teórica temporada de rookie se la pasó en rehabilitación. Una lesión de Pau Gasol también acabó con la progresión de los Grizzlies cuando el catalán se perdió 22 partidos después de caer en las semifinales de Japón 2006, un dolor de cabeza que repetiría en los Lakers en años postcita con la selección. Así que lo de los propietarios de franquicias quejándose porque pagan el sueldo a un jugador que se va el verano con su selección y vuelve roto es ya un clásico.

Una lesión es una excusa que no admite peros para no ir a un Mundial. Paul George, el último. Y Blake Griffin. Pero cuando toca Mundial ya se sabe que en Estados Unidos habrá ausencias. Sólo hay que mirar al precedente inmediato: ninguno de los protagonistas de esa inolvidable final contra España en los Juegos de Pekin 2008 repitió presencia en el Mundial de Turquía 2010. Y con excusas tan sólidas como “anda, no me acordaba y claro, puse mi boda en las mismas fechas”. Carmelo Anthony la utilizó. Otros terminaban contrato y no podían arriesgar (¿les suena?). O tenían “temas familiares y de la NBA por resolver” como Rajon Rondo.

La Federación yankee amenazó a sus estrellas con no convocar para los Juegos de Londres 2012 a ningún jugador que no hubiera participado en el Mundial 2010, pero después no lo aplicó. Siguen viendo la cita mundialista como algo menor en comparación a los Juegos. No ilusiona tanto, no merece tanto sacrificio. Y el aficionado lo lamenta. Ahora le toca al seguidor español, que se queda con las ganas de ver a grandes estrellas. Pero es que la historia se repite. No hay más.

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Empecemos por las lesiones. El Mundial 2014 se disputa en España. Anda, como en 1986. Ahora nos ahorramos a la jirafa de mascota, eso sí. En el siglo pasado Estados Unidos aún enviaba a los universitarios a competir. Y también se rompían. Ser más jóvenes no les impedía lesionarse igual. Y de gravedad. Como Steve Kerr, que en Madrid vió como se le iba la rodilla. Protagonista de ese momento mágico que hemos visto mil veces del tiempo muerto en el que le dice a Michael Jordan que si le cubren le busque, que estará preparado, el nuevo entrenador de los Warriors estuvo a punto de olvidarse de una carrera NBA cuando le tocó estar nueve meses de baja en su último año en Arizona.

Ahora van los profesionales... y se rompen igual. Con lo que las franquicias se quejan, abanderadas por un Mark Cuban que se pone loco de contento cuando tiene un micro delante. Pero esto es tan cierto como que el proyecto de los Pacers, con sus dos finales de conferencia seguidas, se terminó para siempre con su estrella saltando a hacer un tapón a James Harden y esa imagen que... bueno, que hace que te tiemblen las piernas si no eres un sádico. Temporada en blanco para Paul George.

Las estrellas de Estados Unidos son humanas. Y se rompen. Nada nuevo. Hace décadas era Steve Kerr y ahora Paul George. Utah vió como el rendimiento de Carlos Boozer y Deron Williams iba a la baja en proporción inversa al aumento de las lesiones después de los Juegos de 2008, no tanto como Michael Redd, que encadenó males hasta romperse definitivamente. Es el último precedente de la transición de los Juegos al Mundial que aún está fresco en la memoria de las franquicias NBA.

Tampoco es exclusiva de los USA. Los Jazz querían que Raül López fuera el nuevo Stockton... pero se fastidió la rodilla con España y su teórica temporada de rookie se la pasó en rehabilitación. Una lesión de Pau Gasol también acabó con la progresión de los Grizzlies cuando el catalán se perdió 22 partidos después de caer en las semifinales de Japón 2006, un dolor de cabeza que repetiría en los Lakers en años postcita con la selección. Así que lo de los propietarios de franquicias quejándose porque pagan el sueldo a un jugador que se va el verano con su selección y vuelve roto es ya un clásico.

Una lesión es una excusa que no admite peros para no ir a un Mundial. Paul George, el último. Y Blake Griffin. Pero cuando toca Mundial ya se sabe que en Estados Unidos habrá ausencias. Sólo hay que mirar al precedente inmediato: ninguno de los protagonistas de esa inolvidable final contra España en los Juegos de Pekin 2008 repitió presencia en el Mundial de Turquía 2010. Y con excusas tan sólidas como “anda, no me acordaba y claro, puse mi boda en las mismas fechas”. Carmelo Anthony la utilizó. Otros terminaban contrato y no podían arriesgar (¿les suena?). O tenían “temas familiares y de la NBA por resolver” como Rajon Rondo.

La Federación yankee amenazó a sus estrellas con no convocar para los Juegos de Londres 2012 a ningún jugador que no hubiera participado en el Mundial 2010, pero después no lo aplicó. Siguen viendo la cita mundialista como algo menor en comparación a los Juegos. No ilusiona tanto, no merece tanto sacrificio. Y el aficionado lo lamenta. Ahora le toca al seguidor español, que se queda con las ganas de ver a grandes estrellas. Pero es que la historia se repite. No hay más.

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Copa del Mundo 2014: La historia se repite, por Jordi Colomé Batlle
BasketMe  | 27.08.2014 - 21:49h.
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Me hago viejo. Lo asumo. Será por eso que cada vez me resulta más difícil indignarme cuando la estrella NBA de turno se borra de un Mundial. La baja de Kevin Durant es obviamente un varapalo para los aficionados que tenían ganas de volverle a ver haciendo maravillas como líder de Estados Unidos. Los mismos que querrían flipar con los vuelos de Blake Griffin o la muñeca de Kevin Love. Pero es una historia que se repite. Tanto como las lesiones y las quejas de las franquicias. Ni en esto es novedad el caso Paul George.

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Ahora van los profesionales... y se rompen igual. Con lo que las franquicias se quejan, abanderadas por un Mark Cuban que se pone loco de contento cuando tiene un micro delante. Pero esto es tan cierto como que el proyecto de los Pacers, con sus dos finales de conferencia seguidas, se terminó para siempre con su estrella saltando a hacer un tapón a James Harden y esa imagen que... bueno, que hace que te tiemblen las piernas si no eres un sádico. Temporada en blanco para Paul George.

Las estrellas de Estados Unidos son humanas. Y se rompen. Nada nuevo. Hace décadas era Steve Kerr y ahora Paul George. Utah vió como el rendimiento de Carlos Boozer y Deron Williams iba a la baja en proporción inversa al aumento de las lesiones después de los Juegos de 2008, no tanto como Michael Redd, que encadenó males hasta romperse definitivamente. Es el último precedente de la transición de los Juegos al Mundial que aún está fresco en la memoria de las franquicias NBA.

Tampoco es exclusiva de los USA. Los Jazz querían que Raül López fuera el nuevo Stockton... pero se fastidió la rodilla con España y su teórica temporada de rookie se la pasó en rehabilitación. Una lesión de Pau Gasol también acabó con la progresión de los Grizzlies cuando el catalán se perdió 22 partidos después de caer en las semifinales de Japón 2006, un dolor de cabeza que repetiría en los Lakers en años postcita con la selección. Así que lo de los propietarios de franquicias quejándose porque pagan el sueldo a un jugador que se va el verano con su selección y vuelve roto es ya un clásico.

Una lesión es una excusa que no admite peros para no ir a un Mundial. Paul George, el último. Y Blake Griffin. Pero cuando toca Mundial ya se sabe que en Estados Unidos habrá ausencias. Sólo hay que mirar al precedente inmediato: ninguno de los protagonistas de esa inolvidable final contra España en los Juegos de Pekin 2008 repitió presencia en el Mundial de Turquía 2010. Y con excusas tan sólidas como “anda, no me acordaba y claro, puse mi boda en las mismas fechas”. Carmelo Anthony la utilizó. Otros terminaban contrato y no podían arriesgar (¿les suena?). O tenían “temas familiares y de la NBA por resolver” como Rajon Rondo.

La Federación yankee amenazó a sus estrellas con no convocar para los Juegos de Londres 2012 a ningún jugador que no hubiera participado en el Mundial 2010, pero después no lo aplicó. Siguen viendo la cita mundialista como algo menor en comparación a los Juegos. No ilusiona tanto, no merece tanto sacrificio. Y el aficionado lo lamenta. Ahora le toca al seguidor español, que se queda con las ganas de ver a grandes estrellas. Pero es que la historia se repite. No hay más.

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