Breogán y Estudiantes se vuelven a ver este fin de semana sobre el parqué en un duelo con dos equipos que tienen muchas grandes y pequeñas historias en común.

Dos equipos que se vuelven a ver tras muchos años y que tienen muchas grandes y pequeñas historias en común.

Era octubre de 1967, el Breogán daba sus primeros pasos en una historia que supera ya el medio siglo y, el rival del próximo sábado, el Movistar Estudiantes, había superado la adolescencia y rozaba la veintena de años de historia.

El viejo Municipal de Lugo (Inaugurado en mayo de 1964), por aquel entonces un flamante pabellón de los que había pocos y no sólo en Galicia, acogía el primer Trofeo Breogán y los locales recibían a todo un Real Madrid.

La falta de efectivos celestes (Manolo Díaz y Domínguez estaban lesionados), y las buenas relaciones que los fundadores y primeros directivos del club sostenían ya con los clubs consagrados llevaron a la cesión de dos jugadores estudiantiles para vestir la camiseta breoganista. Fueron el pívot Javier Molina (jugador del Estudiantes entre 1965 y 1970), actual presidente de la Asociación de Veteranos del Estudiantes, y Vicente Ramos, un base que vistió la camiseta estudiantil del 63 al 68.

Mucho han cambiado las cosas desde aquello. En el 67 no existían muchos de los clubs que ahora destacan en el panorama baloncestístico europeo, no existían las marcas que hacen posible proyectos como los de Breo y Estu, como Movistar, a Cafés Candelas le faltaban unos seis años para producir sus primeros cafés, pero lo que no ha cambiado es lo que el baloncesto ha significado y sigue significando para muchos que salen en esa foto, más de medio siglo después.

Fueron pioneros que marcaron los primeros años de algo que, tanto para estudiantiles como breoganistas, hay que vivirlo para entenderlo.

Muchos años después de aquello y, también muchos después del último enfrentamiento allá por la temporada 2005-06, la historia continúa.