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La Esquina de Sunara: El apunte histórico
Iván Fernández  | 31.08.2019 - 11:38h.
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La jerga deportiva es rica en tópicos y frases hechas que muchas veces tornan por convertirse en certidumbres. Uno de los más habituales ejemplos es aquel que apela al ´peso del escudo o del nombre´para justificar alguna victoria de un equipo grande. Sin entrar en grandes detalles, el baloncesto serbio bien podría dar fe de ello.


Josip Broz, más conocido por Tito, solía referirse, orgulloso por haberla dotado de cierta estabilidad, a Yugoslavia con una celebre sucesión matemática: ´7 estados vecinos, 6 repúblicas, 5 naciones, 4 lenguas, 3 religiones, 2 alfabetos… y un solo país´. Con esta idea en la cabeza, y tras la independencia de Eslovenia, Croacia, Bosnia y Macedonia, las repúblicas de Serbia y Montenegro deciden mantener el nombre oficial de Yugoslavia, con lo que, tras levantar la ONU su sanción por la guerra de los Balcanes, nos encontramos que a finales de 1994 la selección yugoslava reaparece oficialmente.


Bajo esta denominación, y pese a estar formada sólo por jugadores serbo-montenegrinos, en el período que va desde 1995 hasta 2003 (fecha en que por primera vez la selección de basket compite con el nombre de Serbia y Montenegro), Yugoslavia completa un nuevo ciclo brillante con dos títulos Mundiales (1998 y 2002) 3 Europeos (1995, 97 y 2001 más el bronce de 1999) y una plata olímpica (Atlanta 1996). Sin embargo, una vez abandonado el nombre de Yugoslavia, la decadencia se torna imparable, aunque innegablemente las causas habría que buscarlas más allá de lo simbólico (renuncias, egos, problemas extradeportivos…).
 Tras separarse definitivamente de Montenegro, Serbia participa en el EuroBasket 2007 por primera vez como nación única, pero el resultado es igualmente desalentador, ya que el nuevo proyecto encomendado al genial (como jugador) ´Moka´ Slavnic naufragaba incapaz siquiera de pasar la primera ronda y sumiendo al país en una autentica depresión deportiva.


Dusan Ivkovic


Afortunadamente, y tras tocar fondo, no todo eran malas noticias. Paralelamente al ridículo de la selección senior, las categorías inferiores serbias enlazaban medalla tras medalla y abrían la esperanza a una reconstrucción del prestigio perdido. Para semejante obra, la Federación recurría a todo un clásico, Dusan Ivkovic, timonel de la mítica selección que enamoró a finales de los 80 y principios de los 90 y, sobre todo, hombre absolutamente respetado en todos los estamentos tanto políticos como deportivos del basket balcánico. Y lo hacía con dos objetivos fundamentales: recuperar la identidad y alcanzar los Juegos Olímpicos.


No se puede negar que los comienzos fueran cuanto menos alentadores: sin sus NBA y dejando de lado a buena parte de los veteranos, Ivkovic llevaba a cabo el relevo generacional sin traumas y conseguía una plácida clasificación para el EuroBasket . Tras unos inicios mucho mejores de lo esperado con la plata en el Europeo de Polonia y las semifinales mundialistas del año siguiente, el conjunto serbio ´fracasaba´ en Lituania en su primer intento olímpico, abriendo un periodo de incertidumbre rápidamente cerrado...


Tras un EuroBasket 2013 de transición pero importante como formación de parte de la actual base, la nueva Serbia de Djordjevic comenzaba en cierta forma repitiendo los pasos al sumar una plata y una semifinales en sus dos primeras pruebas de fuego (Mundial y EuroBasket en este caso), pero lo hacía con unas bases mucho más sólidas y un grupo de jugadores de más nivel. Con cuatro de los medallistas de aquel 2009, Serbia alcanzaba al fin su sueño olímpico en 2016 recuperando así el respeto a su nombre.





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