También es inevitable pensar en el jefe de operaciones desde la banda. Su talante es escaso y no parece que su etapa al frente del combinado nacional vaya a durar mucho (a priori), pero Orenga tampoco debe cargar con todas las culpas del mal estado del equipo. La mayor experiencia de muchos de sus contrincantes juega muy en su contra, pero son los jugadores quienes tienen que dejarse la piel en la cancha y no su entrenador. No sé si la autogestión se habrá puesto en práctica este año o no, pero si es así no ha servido de nada. Los errores se repiten ante los adversarios de cierta entidad y la culpabilidad no debe recaer únicamente en una de las partes. Ambas tendrán su grado de responsabilidad y habrán tomado decisiones más que cuestionables. No lancemos los dardos hacia un único sentido.

El miércoles nos espera Serbia (en principio a las 17:30). ¿Qué temer de los balcánicos visto lo visto? La incógnita. Presentan una plantilla muy joven y en teoría inferior, pero este campeonato está tan impregnado de locura que es mejor dejar los pronósticos para otro momento. Los españoles compartimos una cosa con los serbios y con muchos de los equipos que han acudido a Eslovenia: la irregularidad. Altos y bajos descollantes que hacen plantearse seriamente si aquellos que proponen la celebración del EuroBasket cada cuatro años no son acaso los más sensatos del lugar. Los descafeinados para las cafeterías, a ser posible. Ya ha quedado claro que sin estrellas que lo habiten, el paraíso que solía ser el Europeo se convierte en el más árido de los desiertos.

Por eso tiene tanto mérito lo que ha conseguido un equipo como Finlandia, el conjunto que más réditos sacará de este campeonato a pesar de llegar a él con escaso pedigrí. ¿Mérito suyo o demérito del rival? Mucho de lo primero, pero quizá también de lo segundo. De ahí que todavía haya motivos para creer que esta España tan deslavazada puede llegar a semifinales e incluso jugar la final y ganarla. Ni somos los mejores ni está el horno para muchos bollos, pero soñar es gratis.

Eso sí: un “necesita mejorar” rotundo como calificación para los nuestros y chitón. No me venga con esa cara, señor Orenga. Se han ganado a pulso la convocatoria para la recuperación del miércoles. Entonces, las segundas oportunidades ya no existirán. Aprobado o suspenso, no habrá vuelta de hoja. Si hay fracaso, con dignidad, por favor. No olvidemos quiénes fuimos y quiénes puede que, en lo más recóndito de nuestro ser baloncestístico actual, continuamos si" />

También es inevitable pensar en el jefe de operaciones desde la banda. Su talante es escaso y no parece que su etapa al frente del combinado nacional vaya a durar mucho (a priori), pero Orenga tampoco debe cargar con todas las culpas del mal estado del equipo. La mayor experiencia de muchos de sus contrincantes juega muy en su contra, pero son los jugadores quienes tienen que dejarse la piel en la cancha y no su entrenador. No sé si la autogestión se habrá puesto en práctica este año o no, pero si es así no ha servido de nada. Los errores se repiten ante los adversarios de cierta entidad y la culpabilidad no debe recaer únicamente en una de las partes. Ambas tendrán su grado de responsabilidad y habrán tomado decisiones más que cuestionables. No lancemos los dardos hacia un único sentido.

El miércoles nos espera Serbia (en principio a las 17:30). ¿Qué temer de los balcánicos visto lo visto? La incógnita. Presentan una plantilla muy joven y en teoría inferior, pero este campeonato está tan impregnado de locura que es mejor dejar los pronósticos para otro momento. Los españoles compartimos una cosa con los serbios y con muchos de los equipos que han acudido a Eslovenia: la irregularidad. Altos y bajos descollantes que hacen plantearse seriamente si aquellos que proponen la celebración del EuroBasket cada cuatro años no son acaso los más sensatos del lugar. Los descafeinados para las cafeterías, a ser posible. Ya ha quedado claro que sin estrellas que lo habiten, el paraíso que solía ser el Europeo se convierte en el más árido de los desiertos.

Por eso tiene tanto mérito lo que ha conseguido un equipo como Finlandia, el conjunto que más réditos sacará de este campeonato a pesar de llegar a él con escaso pedigrí. ¿Mérito suyo o demérito del rival? Mucho de lo primero, pero quizá también de lo segundo. De ahí que todavía haya motivos para creer que esta España tan deslavazada puede llegar a semifinales e incluso jugar la final y ganarla. Ni somos los mejores ni está el horno para muchos bollos, pero soñar es gratis.

Eso sí: un “necesita mejorar” rotundo como calificación para los nuestros y chitón. No me venga con esa cara, señor Orenga. Se han ganado a pulso la convocatoria para la recuperación del miércoles. Entonces, las segundas oportunidades ya no existirán. Aprobado o suspenso, no habrá vuelta de hoja. Si hay fracaso, con dignidad, por favor. No olvidemos quiénes fuimos y quiénes puede que, en lo más recóndito de nuestro ser baloncestístico actual, continuamos si" data-page-subject="true" />
 
 
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El Contraataque (2ª fase): Reflexiones a la luz de los cuartos de final
Millán Cámara  | 17.09.2013 - 00:01h.
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Dicen que el hombre tropieza tres veces (por lo menos) con la misma piedra. Esto debería servir al ser humano para aprender, pero éste es tozudo por naturaleza. Sigue en sus trece hasta que la situación se pone drástica. Eso es lo que le ha pasado a España en lo que llevamos de EuroBasket: tres partidos con tres grandes selecciones equivalentes a tres cochambrosas derrotas. Tienen que llegar los cruces para que el combinado nacional dé la cara de una vez por todas. De lo contrario, los doce de Orenga jugarán por los puestos por los que a nadie le apetece competir. Un castigo feroz, pero más merecido que ingrato hasta el momento.

Ni Italia ni España se jugaban nada en el partido de ayer. Ambas estaban clasificadas para cuartos de final y el trámite era bastante engorroso. La caraja acompañó a nuestro combinado nacional durante buena parte del encuentro. A pesar de todo, se forzó una prórroga. Noticia nada positiva tras conocer que los nuestros desperdiciaron una ventaja de hasta 15 puntos a falta de menos de nueve minutos para la bocina final. Una vez más, la actitud se esfumó cuando más necesaria era.

Tampoco es de recibo que el líder de la tropa, Marc Gasol, se encuentre comandando la ofensiva de la selección cual ‘Llanero Solitario’. Cuando sólo responden dos (en este caso Sergio Rodríguez actuó como coprotagonista), mal asunto. El cariz se vuelve aún más pecaminoso cuando Ricky Rubio y Calderón tienen el día tonto en el tiro. Está claro que el abanico ofensivo español no es tan amplio como en los buenos tiempos, pero estoy seguro de que da más juego del visto en las grandes ocasiones durante este torneo. Hay que cohibirse contra las Polonia o Georgia, no contra toda una Eslovenia, Grecia o Italia. Idéntico mandamiento se puede aplicar en cuanto a la defensa: ¡que salga a relucir de una vez ante un rival serio, leñe!




También es inevitable pensar en el jefe de operaciones desde la banda. Su talante es escaso y no parece que su etapa al frente del combinado nacional vaya a durar mucho (a priori), pero Orenga tampoco debe cargar con todas las culpas del mal estado del equipo. La mayor experiencia de muchos de sus contrincantes juega muy en su contra, pero son los jugadores quienes tienen que dejarse la piel en la cancha y no su entrenador. No sé si la autogestión se habrá puesto en práctica este año o no, pero si es así no ha servido de nada. Los errores se repiten ante los adversarios de cierta entidad y la culpabilidad no debe recaer únicamente en una de las partes. Ambas tendrán su grado de responsabilidad y habrán tomado decisiones más que cuestionables. No lancemos los dardos hacia un único sentido.

El miércoles nos espera Serbia (en principio a las 17:30). ¿Qué temer de los balcánicos visto lo visto? La incógnita. Presentan una plantilla muy joven y en teoría inferior, pero este campeonato está tan impregnado de locura que es mejor dejar los pronósticos para otro momento. Los españoles compartimos una cosa con los serbios y con muchos de los equipos que han acudido a Eslovenia: la irregularidad. Altos y bajos descollantes que hacen plantearse seriamente si aquellos que proponen la celebración del EuroBasket cada cuatro años no son acaso los más sensatos del lugar. Los descafeinados para las cafeterías, a ser posible. Ya ha quedado claro que sin estrellas que lo habiten, el paraíso que solía ser el Europeo se convierte en el más árido de los desiertos.

Por eso tiene tanto mérito lo que ha conseguido un equipo como Finlandia, el conjunto que más réditos sacará de este campeonato a pesar de llegar a él con escaso pedigrí. ¿Mérito suyo o demérito del rival? Mucho de lo primero, pero quizá también de lo segundo. De ahí que todavía haya motivos para creer que esta España tan deslavazada puede llegar a semifinales e incluso jugar la final y ganarla. Ni somos los mejores ni está el horno para muchos bollos, pero soñar es gratis.

Eso sí: un “necesita mejorar” rotundo como calificación para los nuestros y chitón. No me venga con esa cara, señor Orenga. Se han ganado a pulso la convocatoria para la recuperación del miércoles. Entonces, las segundas oportunidades ya no existirán. Aprobado o suspenso, no habrá vuelta de hoja. Si hay fracaso, con dignidad, por favor. No olvidemos quiénes fuimos y quiénes puede que, en lo más recóndito de nuestro ser baloncestístico actual, continuamos siendo.




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