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Rio 2016 (A): Análisis de Serbia, por Iván Fernández
BasketMe  | 06.08.2016 - 22:06h.
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La jerga deportiva es rica en tópicos y frases hechas que muchas veces tornan por convertirse en certidumbres. Uno de los más habituales ejemplos es aquel que apela al “peso del escudo o del nombre” para justificar alguna victoria de un equipo grande. Sin entrar en grandes detalles, el baloncesto serbio bien podría dar fe de ello.

 


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Josip Broz, más conocido por Tito, solía referirse, orgulloso por haberla dotado de cierta estabilidad, a Yugoslavia con una célebre sucesión matemática: “7 estados vecinos, 6 repúblicas, 5 naciones, 4 lenguas, 3 religiones, 2 alfabetos… y un sólo país”. Con esta idea en la cabeza, y tras la independencia de Eslovenia, Croacia, Bosnia y Macedonia, las repúblicas de Serbia y Montenegro deciden mantener el nombre oficial de Yugoslavia, con lo que, tras levantar la ONU su sanción por la guerra de los Balcanes, nos encontramos que a finales de 1994 la selección yugoslava reaparece oficialmente.


Bajo esta denominación, y pese a estar formada sólo por jugadores serbo-montenegrinos, en el periodo que va desde 1995 hasta 2003 (fecha en que por primera vez la selección de basket compite con el nombre de Serbia y Montenegro), Yugoslavia completa un nuevo ciclo brillante con dos títulos Mundiales (1998 y 2002) 3 Europeos (1995, 1997 y 2001 más el bronce de 1999) y una plata olímpica (Atlanta 1996). Sin embargo, una vez abandonado el nombre de Yugoslavia la decadencia se torna imparable, aunque innegablemente las causas habría que buscarlas más allá de lo simbólico (renuncias, egos, problemas extradeportivos…).


Tras separarse definitivamente de Montenegro, Serbia participa en el EuroBasket 2007 por primera vez como nación única, pero el resultado es igualmente desalentador ya que el nuevo proyecto encomendado al genial (como jugador) “Moka” Slavnic naufragaba incapaz siquiera de pasar la primera ronda y sumiendo al país en una auténtica depresión deportiva.


Afortunadamente, y tras tocar fondo, no todo eran malas noticias. Paralelamente al ridículo de la selección senior, las categorías inferiores serbias enlazaban medalla tras medalla y abrían la esperanza a una reconstrucción del prestigio perdido. Para semejante obra, la Federación recurría a todo un clásico, Dusan Ivkovic, timonel de la mítica selección que enamoró a finales de los 80 / principios de los 90 y, sobre todo, hombre absolutamente respetado en todos los estamentos tanto políticos como deportivos del basket balcánico. Y lo hacía con dos objetivos fundamentales: recuperar la identidad y alcanzar los Juegos Olímpicos.


No se puede negar que los comienzos fueran cuanto menos alentadores: sin sus NBA y dejando de lado a buena parte de los veteranos, Ivkovic llevaba a cabo el relevo generacional sin traumas y conseguía una plácida clasificación para el EuroBasket. Tras unos inicios mucho mejores de lo esperado con la plata en el Europeo de Polonia y las semifinales mundialistas del año siguiente, el conjunto serbio “fracasaba” en Lituania en su primer intento olímpico, abriendo un período de incertidumbre rápidamente cerrado. Tras un EuroBasket 2013 de transición pero importante como formación de parte de la actual base, la nueva Serbia de Djordjevic comenzaba en cierta forma repitiendo los pasos al sumar una plata y una semifinales en sus dos primeras pruebas de fuego (Mundial y EuroBasket en este caso), pero lo hacía con unas bases mucho más sólidas y un grupo de jugadores de más nivel. Con cuatro de los medallistas de aquel 2009, Serbia alcanza al fin su sueño olímpico y lo hace con una ambición impropia de un debutante.


Semifinalista en los dos últimos Mundiales, Serbia debuta en unos Juegos certificando así la plenitud de su regreso a la élite. Avalado por un plácido Preolímpico, el conjunto balcánico llega a Brasil con un grupo que aúna la complicada mezcla entre madurez, plenitud física y ambición. Superada la polémica por las ausencias de Marjanovic o Milutinov, Djordjevic volverá a contar con un grupo muy cercano al deseado -salvo la ausencia de Nemanja Bjelica- en el que Teodosic vuelve a ejercer como líder indiscutible. Saliendo desde el banquillo y descargado por Markovic o Jovic, el base del CSKA compartirá ascendencia ofensiva con un Bogdanovic liberado de sus problemas de espalda y muy mejorado en la generación de juego. Junto a ellos, el trabajo de un Kalinic que probablemente tendrá que multiplicarse y la producción saliendo del banquillo de Nedovic garantizan una rotación exterior equilibrada y con muchos puntos en sus manos. En la pintura, el buen momento de Raduljica y la extraordinaria aclimatación de Jokic tapan, en parte, el enorme hueco dejado por la lesión de  Bjelica, a la espera de que al menos la recuperación de Macvan sea un hecho.


De trayectoria ascendente en el Mundial e inversa en el pasado EuroBasket, Djordjevic deberá tratar de aúnar un buen comienzo con la regulación necesaria para llegar en plenas facultades a los cruces, en especial teniendo en cuenta el desgaste de una concentración/clasificación tan larga. Con la mayor parte de sus jugadores en un mejor momento que el año pasado, a poco que Serbia consiga imponer su idea de juego bien podría ser una más que legitima candidata a medalla.


 


Los jugadores


Tras calificar el billete olímpico como “el sueño de una generación”, Milos Teodosic llega a Rio en una suerte de -cuesta escribirlo de él- madurez  para nada incompatible con sus habituales dosis de genialidad. Cerrada la herida de la Euroliga, el base de Valjevo ha adoptado un rol en la selección similar al del CSKA, saliendo desde el banquillo y compartiendo bastantes minutos con otro generador de juego. Mejorado incluso en defensa, afortunadamente Milos mantiene la esencia que hace tan imprevisible como maravilloso su estilo de juego. Situado en la preparación entre los críticos con el nuevo balón, de sus sensaciones en el tiro dependerán buena parte de las opciones serbias. Creativo, especial y muy cercano a la definición de genio melancólico, en definitiva Milos sigue siendo necesario para su selección… y para los amantes de lo diferente. Incluido en el quinteto ideal de la Euroliga, Teodosic cerró la temporada con el MVP de los play-off en la VTB y con su mejor porcentaje triplista en Euroliga desde 2009 en lo que puede ser un excelente augurio para Serbia, como repasamos en el perfil que acompaña a esta Guía BasketMe.


Sempiterno compañero en la selección de Teodosic, Nenad Markovic llega bien físicamente a la cita olímpica y en esa tesitura es impagable. Buena dirección, lectura de juego e intensidad defensiva para dar equilibrio serán sus bazas partiendo presumiblemente como titular.


Tras una gran temporada en un hábitat tan particular como el del Estrella Roja, a Stefan Jovic le toca volver al rol que tuvo en el Mundial 2014: salir del banquillo para revolucionar la defensa e intentar subir la intensidad del juego en relevos cortos. Justo de tiro exterior, su buen primer paso puede darle réditos en las penetraciones.


Elegido las dos temporadas anteriores como “Rising Star” de la Euroliga, Bogdan Bogdanovicllega a Rio consolidado entre la élite de escoltas europeos. Tras un EuroBasket de mal recuerdo por sus problemas de espalda y su error en la jugada decisiva de la semifinal, el serbio ha vuelto a dar un paso más en su juego. Mejorado físicamente y mucho más concentrado en defensa, el ex de Partizan, que siempre gozó de carácter, ha roto otra barrera con su papel en las bolas decisivas, acumulando hasta tres triples ganadores este curso, incluyendo el que dio el título copero al Fenerbahçe. Heredero de eso que vino en llamarse el carácter yugoslavo, Bogdanovic llega mimado a base de gritos por un Obradovic que la ha trabajado a la perfección y en muy buena sintonía con Djordjevic. Capaz de desenvolverse en las tres posiciones exteriores, el serbio pasa por ser el segundo generador de juego de Serbia bien de manera directa o bien explotando su creciente lectura del juego. Letal en la media distancia, donde se genera espacios con facilidad pasmosa, la mejora de su tren inferior le está permitiendo ganar enteros en las finalizaciones, contundentes por la derecha y sutiles y preciosistas por la izquierda. Cierto exceso de bote y la falta de un punto de contundencia en el tiro exterior, donde pese a todo muestra notables porcentajes, aparecen como los siguientes lunares que a buen seguro eliminará un jugador que ya fue fundamental en la clasificación.


Dotado de piernas y carácter, Nemanja Nedovic mantiene la buena dinámica de su final de temporada para ejercer de microondas ofensivo. Imparable en campo abierto, de potente tren inferior y capacidad de hacer mucho en poco tiempo, de su capacidad para parar y su acierto en el tiro exterior dependerá finalmente su rol.


Trabajador, notable en defensa e inteligente sin balón, Nikola Kalinic destaca por sus ayudas defensivas, su actividad y su apoyo en el rebote. Buen finalizador en espacios, en el aspecto negativo cabe apuntar que la progresión que parecía adivinársele en el tiro exterior ha vuelto a quedar en cuestión (23% en triples en Euroliga y 35% en la BSL), aunque en la preparación parece haber recuperado sensaciones. Llamado a dar minutos como cuatro, en especial tras la baja definitiva de Bjelica, el del Fenerbahçe alcanza  los Juegos tras otra temporada más que dibuja de menos a más llegando en plenitud a la selección.


Cómodo sea cual sea su rol, Marko Simonovic aporta un punto de pausa, ayuda en el rebote y buena lectura y táctica. Listo e intuitivo, puede aportar alguna que otra racha de acierto exterior y en general ha sido uno de los jugadores de confianza de Djordjevic en estos tres años.


Recuperado de la “tonta” lesión que le dejó sin Preolímpico, Milan Macvan puede encontrarse con un papel no esperado dada la lesión de Bjelica.  Conocidas sus limitaciones, su temperamento, una mano asentada y una buena visión de juego le avalan, amén de un carácter competitivo que habitualmente ha funcionado en las grandes citas. El del Olimpia Milano supone el único cambio en los de Djordjevic con respecto al Preolímpico de Belgrado, ocupando el lugar de un Nemanja Dangubic que sigue sin asentar su tiro exterior e inicialmente destinado a un rol muy secundario.


Tras hacerse un sitio en el Preolímpico tras las lesiones del propio Macvan y de Bjelica, Stefan Bircevic salía reforzado de la cita belgradense. Conocedor de su rol y asentado como cuatro, la buena circulación de balón exterior le permitió gozar de posiciones favorables con las que ser una amenaza exterior tras un año muy gris en ese aspecto en Estudiantes.


MVP en el Preolímpico de Belgrado, Nikola Jokic ha aterrizado a lo grande en la selección. Mejorado en lo físico y en la continuidad, el jugador de los Nuggets aún debe ganar explosividad y capacidad de respuesta física pero va sobrado de fundamentos. Cumplidor en ambas posiciones interiores aportando puntos, rebote y una gran visión de juego, sus buenas manos, sus fintas y su gran visión de juego le convierten claramente en uno de los jugadores a seguir.


De plena confianza para Djordjevic, Miroslav Raduljica llega en buen momento y tendrá quien le dé los  respiros que necesita para regular su impacto. Importante en defensa por su tamaño, tendrá momentos de jerarquía ofensiva en el poste, desde donde ha ganado capacidad para distribuir.


Las bajas de Marjanovic y Milutinov abren a Vladimir Stimac la puerta de los Juegos de Río cuando menos lo esperaba. Rígido y algo tosco pero bregador en el poste bajo, Stimac destaca por sus buenas manos y una buena actitud defensiva y en el rebote.


 


El entrenador


Cesado en el Panathinaikos y con todas las papeletas para convertirse en el relevo de Pesic en el Bayern Munich al igual que lo fue de Dusan Ivkovic en el equipo nacional, Aleksandar Djordjevic sigue encontrándose más cómodo en una selección en la que se maneja a la perfección. Gran motivador, tiene un equipo a su gusto y destaca por su inteligencia aprovechando la ascendencia que su figura proyecta sobre el baloncesto plavi. Con cierto desgaste por el segundo verano de guerra con un Marjanovic que nunca ha sido de su total agrado, los Juegos pueden ser un punto de inflexión en una carrera hasta ahora notable en la selección, pero con muchos claroscuros a nivel de club.


 


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