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Rio 2016 (B): Análisis de España, por Juan Carlos Sánchez
BasketMe  | 07.08.2016 - 14:18h.
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Autoexigencia y gen ganador: cartas de quienes no necesitan presentación

 


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Si este fuese nuestro último partido juntos…


Tal vez sea esa la pregunta que debamos hacernos. Tras años abundantes en éxitos y parcos en sinsabores por parte de una generación inigualable, ¿qué pasaría si nos dijesen que van a disputar su último partido juntos? Probablemente ese día nada nos despegaría del televisor; y el resultado nos importaría un poco menos. Nuestros cinco sentidos estarían ocupados en paladear esa asistencia de Calderón para mate de Pau, ese rebote ofensivo y canasta de Felipe o esa “bomba” de Navarro. ¿Y ellos? Además de dar el 100% (lo que, a estas alturas, nadie pone en duda), disfrutarían como nunca, conscientes de que esta etapa mágica claudica a favor de recuerdos que serán imborrables.


Aquellos juniors de oro de Lisboa 1999 que se hicieron mayores en el Mundial de Japón en aquella final inolvidable frente a Grecia nos mostraron cuál era la clave del éxito. Luego llegaron los EuroBasket (Polonia 1999, Lituania 2011 y Francia 2015) y las dos platas en los Juegos en aquellas finales ante las mejores estrellas de la NBA en las que, por momentos, se acarició el oro. Y cuando ese caudal de entusiasmo parecía haber tocado techo, llegó el pasado septiembre aquella semifinal frente a Francia donde Pau Gasol decidió ante los cinco rivales en pista y los 27000 aficionados en las gradas demostrar al mundo la capacidad de este grupo para sobreponerse a las adversidades y la suya propia para levantar a todo un país de su asiento.


Por el camino, algunos jugadores ya dieron un irremediable paso al lado (Jorge Garbajosa incluso ya preside), pero este torneo marca un momento importante. Lo que ocurra en el futuro, el próximo verano, queda, verdaderamente, demasiado lejos. Lo que sería imperdonable es no disfrutar de este presente, en el marco incomparable de unos Juegos Olímpicos, con la certeza de que, pase lo que pase, la última palabra siempre será “gracias“. Por todo lo vivido, por todo lo aprendido, con la certeza y el consuelo de que ha quedado bien guardado en la mente para que, cuando sólo quede recordar, sea como volver a vivir.


 


Una plantilla marcada por la baja de Marc


Si, sobre el papel, se revisa el equipo que presenta nuestra selección de cara a la cita olímpica, la primera impresión es que el seleccionador ha podido contar con casi todos.


Pero cuesta mucho verlo así cuando destaca sobremanera la ausencia de Marc Gasol. Por su nivel y posición en la pista (uno de los mejores “cinco” puros de la NBA), era una “obligación” esperarle, confiando en que pudiera estar recuperado de su lesión antes de los Juegos, aunque su ritmo y su estado de forma no fuesen los mejores para afrontar las exigencias de la competición. Al final, se ha valorado que la recuperación no iba todo lo bien que debería, decidiéndose de común acuerdo descartar su participación en la cita olímpica. Es honesto reconocer que su ausencia es un duro golpe para todos pero, como en aquella final de 2006 con Pau lesionado, toca mirar hacia adelante y dar un paso al frente.


Igualmente afloran los fantasmas de otros torneos, cruzando los dedos para que el físico respete a un jugador fundamental en el puesto de tres, Rudy Fernández, para que Ricky Rubio se reintegre en la selección tras su grave lesión, etc. 


 


Los bases: todos a disposición del técnico


Aunque nuestro país cuenta con un buen nivel en esa posición, nada hay como poder contar, por fin, con la tripleta que componen el veterano José Manuel Calderón, Ricky Rubio y Sergio “Chacho” Rodríguez. Las lesiones nos han privado en anteriores torneos de poder disfrutar de los dos primeros, que llegan ahora dispuestos a dar solidez y jerarquía a una posición llamada a ser la prolongación del técnico en la pista. Partimos con la ventaja no sólo de la madurez de todos ellos sino del conocimiento tanto de los sistemas que propone el técnico como de las habilidades y virtudes de sus compañeros.


Además, las prestaciones que viene ofreciendo tanto a nivel de Club como de selección el “Chacho” Rodríguez, junto al oficio de sus dos compañeros, permitirán al seleccionador hacerle coincidir en pista con cualquiera de ellos, lo que, sin duda, le ofrece una variedad táctica muy útil en determinados momentos de los partidos, al margen de permitir ampliar la rotación, algo nada despreciable en un torneo largo donde el cansancio puede hacer mella.


 


Los escoltas: dos generaciones de talento físico y técnico


El contraste en esta posición resulta cuanto menos llamativo, reflejo de un cruce de caminos que en muchas ocasiones supone la carrera profesional de un deportista.


Regresa a la selección Juan Carlos Navarro. La “bomba” es toda una institución en el baloncesto nacional y, sin lugar a dudas, uno de los jugadores de perímetro más talentosos (si no el que más, aquí dejo el debate) de toda nuestra historia. Inolvidables son sus triples imposibles, infalible su particular “bomba” y frustrante para los rivales su capacidad para pedir el balón y dar un exitoso paso al frente en momentos delicados. Si bien el paso del tiempo y el desgaste de cada temporada han mermado mucho sus prestaciones, su calidad y su talento siguen intactos, dispuestos a aparecer cuando menos se les espere. Será cuestión de dosificar y optimizar los esfuerzos para sacar el máximo provecho de unas virtudes que son únicas.


Precisamente por eso, pocas cosas hay mejores que contar en esa posición con Sergio Llull. Consolidado por méritos y deseo propio como pieza básica del Real Madrid, ha ido ganando enteros en la selección hasta hacerse con el puesto de escolta y asumir un papel importante en el juego de la misma. Sus cualidades físicas permiten subir un punto la intensidad defensiva del equipo así como apostar por ataques en transiciones más rápidas. Manos rápidas, poderoso en la penetración a canasta y especialmente iluminado a la hora de meter tiros “imposibles“, su aportación se antoja decisiva para el éxito del grupo.


 


Los aleros: cruzando los dedos por Rudy


Quizá sea la posición en la pista que más ha sufrido el paso del tiempo. Los problemas para dar el relevo a jugadores como Carlos Jiménez o Álex Mumbrú, no tanto por la elección de los sustitutos como por conseguir que éstos entren en la dinámica y se hagan un sitio en la selección, han venido siendo una de las notas menos positivas de los últimos años.


Le llega la oportunidad a Álex Abrines. Tras consagrarse en el F.C. Barcelona, celebrará en Río su salto a la NBA. Comparado desde muy joven con Rudy Fernández, afronta esta etapa y la llamada de la selección como un jugador más hecho, atléticamente bien dotado y con una enorme facilidad para anotar a partir de distintos recursos, sin necesidad de contar para ello con un rol de protagonista que ni llegó a tener en Barcelona ni probablemente tampoco en la selección ni en la NBA. En el lado negativo, el poco tiempo que ha tenido para entrar en la dinámica competitiva del equipo.


Pero el jugador verdaderamente llamado (años atrás) a dominar esa posición no era otro que Víctor Claver. Su marcha a la NBA, y con ello la falta de minutos y de ritmo de competición, lo problemas de definición entre los puestos de 3 y de 4, la aportación específica que se le pide, etc. mermaron mucho su rendimiento. Su regreso a Europa, y con ello el derecho a disfrutar de más minutos y tener un mayor protagonismo parece haberle revalorizado y dado un nuevo impulso, especialmente tras el pasado EuroBasket, en el que fue capaz de ofrecer buenos minutos en partidos decisivos a partir del rebote y de la intimidación defensiva. Será cuestión de confirmar ahora los buenos augurios Si bien las carencias en el juego interior que deja la ausencia de Marc Gasol hará que deba asumir más minutos como 4, y con ello adaptarse a un puesto en el que perderá ese factor de intimidación a favor de una mayor versatilidad, en la fase de preparación le hemos visto coincidir en pista con Mirotic y Pau Gasol, en una propuesta interesante que puede decantar a nuestro favor más de un partido.


La clave pasa, no obstante, por Rudy Fernández. Sus problemas físicos nos privaron en anteriores torneos de poder disfrutar de su mejor versión. No es ya que se trate de uno de los jugadores más destacados de la selección a nivel individual sino que es el conjunto el que sube un peldaño su nivel con Rudy en pista. Ubicado en el puesto de alero, tiene una facilidad innata para ofrecer en cada momento aquello que el equipo necesita: puntos a partir de penetraciones o de tiro exterior, trabajo en el rebote y una intensidad defensiva siempre muy alta con él en pista.


 


El juego interior: cuestión de contrastes


La presencia de Pau Gasol, su talento, su experiencia, su liderazgo, etc. nos hace fuertes en la pintura. Sólo queda la duda de cómo pueda influir en su rendimiento el hecho de haber estado desde abril sin competir. Por el contrario, la ausencia de su hermano Marc nos deja sin el concurso del único cinco “puro” que tiene la selección y por ello con un cierto déficit a la hora de competir con rivales que destacan por la fortaleza física de sus interiores.


Muy importante será el papel de Nikola Mirotic. Conocedor ya de su rol en la selección y de lo que le pide el cuerpo técnico, su rendimiento desde el puesto de 4 se vuelve especialmente importante. Un Mirotic a buen nivel (con especial énfasis en la faceta defensiva) permite administrar mejor los minutos en pista de Pau y hacerles coincidir para dar un plus en la producción ofensiva del equipo.


Les acompaña Felipe Reyes, un jugador que parece ser eterno. Cambian los compañeros, los rivales… hasta la forma de jugar, pero Felipe siempre tiene la capacidad de adaptarse a las circunstancias y la virtud de haber ido puliendo los defectos hasta convertirse en un jugador versátil capaz de dominar varios recursos, a lo que hay que unir su seña de identidad: entrega, lucha y esfuerzo en cada jugada, en cada minuto en pista. Su conexión tanto con Pau como con Mirotic (a los que conoce tanto a nivel de club como de selección) le hace jugar cómodo con cualquiera de ellos.


Al margen de la aportación que pueda dar Claver, cierra el juego interior Willy Hernangómez. El joven pívot ha sido un jugador muy importante en todas las categorías inferiores de la selección y ya el año pasado formó parte de la selección que ganó el EuroBasket de Francia. Su salto a la NBA coincide con una temporada en el Real Madrid en la que los minutos le han sido especialmente caros, pero en la que ha crecido tanto en potencia física como en su nivel competitivo. Aunque su radio de acción esté en la pintura, no responde al perfil de 5 clásico, a favor de una mayor versatilidad. Su reto será alcanzar un nivel defensivo óptimo que le permita disfrutar de minutos donde poder mostrar su capacidad para generar puntos en la pintura. La fase de preparación ha servido para comprobar que es un valor en alza que apunta a agradable sorpresa en este campeonato.


 


El entrenador


Sergio Scariolo consolida toda una trayectoria como seleccionador nacional. Pese a su buen nombre como entrenador y arraigo en nuestro baloncesto, no fue fácil al principio hacer descansar el proyecto en torno a su liderazgo. Superada aquella fase, hoy se cuenta con un buen equipo técnico que se conoce y trabaja de forma muy coordinada sobre la base de un estilo de juego ya asimilado por unos jugadores que conocen lo que se les pide y que apenas tardan en refrescar en cada cita estival.


 


Una preparación con demasiados sobresaltos


Un buen torneo acostumbra a cimentarse sobre una buena preparación, que en la práctica se traduce en poder trabajar con salud, tranquilidad y pocos sobresaltos que alteren el ritmo de trabajo y descanso de los jugadores.


Cada contratiempo resta, y algunos son más evitables que otros. Ya se contaba con la lesión de Marc Gasol, pese a que el desenlace ha sido el menos deseado. Pero esta tranquilidad se ha visto afectada por uno de los veranos más movidos en lo que a traspasos de jugadores se refiere. Casi la mitad han tenido que interrumpir su preparación para viajar -casi todos a EEUU- para firmar sus contratos. Y por si esto fuera poco, problemas con el seguro demoraron el debut de Pau Gasol, cuando más falta hacía su participación para ir cogiendo el ritmo de los partidos. 


 


Rendir al máximo desde el primer partido


En anteriores torneos, la selección nos acostumbró a no tener buenos comienzos, llegando incluso a coquetear con excesiva frecuencia con el riesgo de una eliminación prematura. En esta ocasión, son muchos los factores que aconsejan comenzar enchufados desde el principio.


El nivel del grupo es bastante alto: la subcampeona de Europa Lituania, a la que no hemos podido vencer en esta preparación, la talentosa Croacia, la anfitriona Brasil, la siempre competitiva Argentina, etc. Y no basta con superar esta fase, pues la lucha por las medallas obliga a mirar de reojo hacia EEUU, que camina de recital en recital y apunta al primer puesto del otro grupo.


Ya falta poco para que el salto inicial de paso a unos Juegos que nos permitan volver a disfrutar de la selección. Con ello, el primer objetivo estará cumplido; para el segundo, nada mejor que recuperar una frase del propio seleccionador nacional del pasado verano: “trabajar en un ambiente organizado, con gente seria y competente no garantiza el éxito; no hacerlo, garantiza el fracaso”.


Pues eso.


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