Mientras el mundo llora, ríe o pasa olímpicamente de la renuncia del Papa Benedicto XVI (cuarta vez que un pontífice deja el Vaticano), el Barcelona Regal está de inesperada resaca copera. El pitoniso que pronosticó el triunfo culé habrá elevado varios ceros su caché. Sólo los más tenían una fe inquebrantable creían en la victoria de un conjunto que alcanzaba la Copa del Rey inmersos en un océano de dudas. Pero la grandeza de los equipos se mide en los envites de tronío. A los depredadores se les cambia el rostro cuando vislumbran una presa con pedigrí. Y así actuó el Barça en Vitoria. Tres cacerías impecables, como en sus mejores tardes.


El torrente de críticas que había recibido el cuadro blaugrana este curso había sido tan constante como merecido. Sus idas y venidas dibujaban una hoja de ruta con numerosos borrones. Sin embargo, la magia del baloncesto provoca situaciones inesperadas. El Barcelona estaba ya pensando en el tortuoso viaje de vuelta cuando una genialidad de Lorbek prolongó el sueño y pospuso el retorno hasta el domingo. La 'Navarrodependencia' se erigía en el principal, y casi único, adjetivo para describir al equipo culé, pero el Barça ganó con dos actuaciones discretas del escolta (ni siquiera anotó en la final). Después de levantar su tercera Copa del Rey en cuatro años, el cuadro de Xavi Pascual merece la etiqueta de plantilla más solvente en esta maravillosa competición express. Se confirmó que en este torneo no importa ni el pasado ni el presente. Su microclima ejerce de escudo frente a las trayectorias de los participantes.


El arquitecto Pascual


El planteamiento táctico de Xavi Pascual, cuya labor había recibido más de un rejón, fue sublime durante los tres días. El arquitecto de este equipo consiguió que sus jugadores hicieran del defecto una virtud. Uno de los lastres que acompaña al Barça esta temporada es su falta de acierto desde la línea de tres. Ese problema volvió a surgir en la Copa. Contra el Madrid terminó con 4/22 y en la final, 5/24. Porcentajes irrisorios que se vieron compensados por el 11/18 en la semifinal. Lejos de afectar mentalmente, el equipo culé fue capaz de llevar el balón donde más le interesaba. Y eso que es tan sencillo de escribir y decir, resulta complejo de ejecutar.


El trayecto del Barcelona ha sido duro. Primero se quitó de en medio al principal favorito en el partido más indescifrable de la historia reciente de la Copa y luego enmudeció a los 15.000 fieles del Caja Laboral. El Barça siempre tuvo recursos para meter una marcha más, sobre todo en los dos últimos partidos. Ni Caja Laboral ni Valencia pudieron responder tras el descanso.


La Copa de Huertas, Tomic y Mickeal


La exigencia ha sido superlativa, lo que aumenta el mérito azulgrana. La dirección de Marcelinho Huertas fue magistral. Su capacidad para dominar el pick&roll resultó admirable. Nadie fue capaz de articular un enjambre para detenerlo. Cada día se hace más evidente que, más allá de la aportación de Navarro, el factor diferencial está en la producción de los bases culés.


Ante Tomic se relamía cada vez que Huertas tenía el balón ya que fue el pívot croata fue el principal destinatario de sus pases. Tomic se redimió ante sus ex en cuartos con una actuación soberbia cuando más apretaba el nudo de la soga y tiene el privilegio de ser el único jugador que ha ganado la Copa del Rey dos años consecutivos. Pete Mickeal, MVP del torneo, está opositando con hechos al sobrenombre de "El sempiterno". A sus 35 años mantiene intacto su hambre competitivo y no deja de demostrar que es uno de los mejores aleros de Europa. Cuanto mayor sea el reto, mayor es su grado de excitación y de producción.


¿Y qué escribir sobre Navarro? Aunque se le resiste el galardón de MVP (y eso que ha ganado 6 Copas del Rey), le valió jugar con un pierna para meter 20 puntos en la semifinal y dinamitar el choque. Esperemos que su cuerpo aún aguante unos años porque es el mayor talento en la historia del baloncesto español.


Esta Copa abre varios interrogantes. ¿Mantendrá el Barça este nivel durante los tres meses que restan de temporada? ¿Cómo afectará la forma en la que perdió el Madrid a su evolución en Liga Endesa y Euroliga? ¿Se puede confiar en el Valencia Basket como candidato a algo más que luchar por llegar la semifinal de la liga?


Lo único que se puede asegurar es que, por suerte, el baloncesto está lejos de ser una ciencia exacta y que se empeña en demostrar que no sabemos nada de este deporte.

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BALONCESTO SIN RED