Ndong y el resto |
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El otro día hablaba de la necesidad de la mayoría de los equipos - en dicho caso el Real Madrid - de un pívot atlético con grandes facultades para la intimidación y que colabore en el rebote. Puse como ejemplo a Boniface Ndong, el pívot de Unicaja de Málaga, porque me parece que cumple a la perfección con las prestaciones que se piden de él, y además, asume con notoriedad el rol de escudero de lujo de una plantilla en la que la aportación anotadora corre a cargo de su compañero en la pintura, Marcus Haislip.
Sin que sirva de precedente - la fama de gafe me precede - tengo que reconocer que mis palabras han motivado aún más a este senegalés con pasaporte germano, porque el bueno de Boni se ha cascado durante las últimas jornadas actuaciones memorables. No sólo ha sido el líder indiscutible de su equipo en anotación y valoración, sino que se le han visto detalles de auténtico crack. Todos sabíamos que Ndong es un provilegiado físicamente hablando, tiene unos brazos interminables y corre el contraataque como si fuera un alero, pero lo que me está sorprendiendo - a algunos a lo mejor ya no les sorprende - es su mejoría en el tiro de media y larga distancia, que a fin de cuentas, utiliza como ampliación de recursos, no como obligación.
Las estadísticas a menudo ocultan, ignoran o malinterpretan los méritos de cada jugador en la pista, y tienden a valorar aspectos del juego que tienen, como mucho, igual importancia que otros que no se observan en un boxscore. Pese a que N'Dong tuvo una gran valoración estadística ante el Vive Menorca (31), su aportación supera con creces esos números por la capacidad que tuvo de cambiar la tendencia de un Unicaja poco lucido - aunque tiene tanto talento que parece que se basta - ante el continuo acercamiento en el marcador de los menorquines. Lo cierto es que Ndong anotó, reboteó, corrió el contraataque y participó del distanciamiento verde como un verdadero líder, tomando responsabilidades y sirviendo de brazo ejecutor de un conjunto malagueño que no quiere perder el tren de los primeros clasificados.
La primera pregunta que me se me viene a la cabeza es la de dónde se había metido Ndong hasta entonces. Echando una ojeada a su carrera, no destaca por haber partido en equipos de gran nivel europeo y, sobre todo, no tuvo un impacto súbito en la NBA en su etapa en los Clippers. De hecho, cuando llegó a Unicaja pensé que los malagueños fichaban altura más que otra cosa. Un 2'13 siempre es bienvenido, pero si viene rebotado de la NBA te da que pensar. ¿Merece la pena el riesgo? Y tanto que mereció la pena. Resulta curioso que fuese la lesión de Dani Santiago - otro rebotado de la NBA - la que permitiera el fichaje de Ndong. No hay mal que por bien no venga.
Boni ha jugado hasta ahora en el Rattlesdorf y TSV Troester Breitengrussbach de la segunda alemana, en el Bamberg de la primera alemana, en el Dijon francés, desde ahí pegó el salto a los Clippers, y volvió a Europa de la mano del Spartak de San Petersburgo. ¿Acaso aprendió a jugar al baloncesto en Unicaja? ¿Acaso no supieron sacarle el suficiente partido sus entrenadores anteriores? ¿Acaso no hubo ojeador alguno de cualquier equipo puntero en Europa que percibiera las facultades de este tremendo jugador? Señores, que tiene 31 años cumplidos, y podíamos haber estado disfrutando de Boni desde hace 10 años al menos...
Hay otra duda que me invade el cuerpo, que pone en entredicho la valía de la plantilla de ojeadores de la mayoría de los clubes ACB. Paralelamente al caso Ndong, ¿cuántos Bonifacios nos estamos perdiendo por culpa de los intereses creados por agencias de representación? Por supuesto que están en su derecho de defender, ofertar y dar a conocer a sus representados, pero cuando la hegemonía de unos pocos antepone la imagen al talento, impide el desarrollo lógico y normal de jugadores que, por méritos propios, se ganan el derecho de optar cotas más altas. Ahora mismo también me acuerdo del CSKA y ex-Maccabi Terrence Morris, cuyas facultades para este deporte son envidiables, pero que no llegó al equipo macabeo hasta los 27 años pasados, y gracias. Casos hay miles, y por el bien del espectáculo no me gustaría estar perdiéndome más Ndongs o Morrises...