Rabia, David Stern, rabia... |
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Se fue al traste la tremenda campaña de marketing que la propia NBA y numerosas marcas publicitarias habían desarrollado durante toda la temporada a nivel mundial. Fabricantes de zapatillas, de bebidas multivitamínicas e isotónicas, de ropa, de gafas, de relojes y hasta de cereales vieron hace apenas dos noches cómo un pívot de 2'11 apodado 'Superman' se cargaba a LeBron 'King' James en la Final de la Conferencia Este y desbarataba lo que todo el mundo esperaba para las Finals de la mejor Liga del mundo.
Ya no habrá un Kobe vs. LBJ, luego el sempiterno comisionado, David Stern, aún estará tirándose de los pelos. Todo un año vendiendo la lucha de los teóricos e hipotéticos sucesores del irrepetible Michael Jordan para, al final y con perdón, joderse el invento. Y todo por el aire porque resulta que Orlando Magic ha venido a demostrar -una vez más- que el baloncesto es un juego de equipo, y que un hombre sólo (y solo), por muy bueno que sea, no hace un equipo.
Me alegro, porque estoy convencido de que con la eliminación de Cleveland Cavaliers ganamos todos los aficionados al baloncesto y, aunque los índices televisivos bajen, seguro que se incrementa la calidad del juego que visionaremos. Lo siento, Mr. Stern, otro año será, en éste ya ha vendido suficientes camisetas de 'The Chosen One', a la postre también MVP de la Regular Season.
Dos apuntes ahora de cara a la serie definitiva que dilucidará el próximo Campeón de la NBA, y que comienza el próximo jueves en el Staples Center:
En primer lugar, analizando a los Lakers: Bryant tendrá que dar la mejor versión de sí mismo (35 ó más puntos y 10 asistencias por partido) si quiere enfundarse el anillo de 2009; Odom se me antoja fundamental para parar a Rashard Lewis; Fisher y la dirección de juego no existen, luego meter más balones a Gasol en la pintura para que circule lo justo por el perímetro (Kobe y Ariza) sería lo normal; dicho lo anterior, remarcar que Phil Jackson seguirá insistiendo en un triángulo zen que no existe de modo real y efectivo sobre la cancha y que sólo la inspiración -a rachas- permite entrever en forma de genialidades individuales.
En segundo lugar, lo que corresponde a los Magic: A Howard le sobra físico y calidad para merendarse noche tras noche a Bynum, Gasol y demás componentes del juego interior (¿?) de los Lakers; Turkoglu de base es una garantía, pero si Nelson confirma su recuperación puede ser un factor desestabilizante desde la dirección de juego; Lewis está en estado de gracia y quiere demostrar que su traspaso fue justificado; súmenle a ello el hambre y la fe de un equipo que, contra pronóstico y contra el marketing, se ha plantado en la Final de la NBA.
Y a disfrutar.
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