El Garden de Dani Senabre
Sí es país para viejos
“Quiero envejecer a tu lado”. ¿Hay algo más bonito que eso? Esa frase está de moda en la NBA. No, obviamente no nos referimos a Longoria y Parker. Ni a Brent y Erin. Pero suena en la mayoría de vestuarios. Se lo debe decir Pierce a Garnett. Tim Duncan debe estar harto de oírlo.Y es que en lo que llevamos de temporada, se está demostrando que los viejos rockeros siguen negándose a bajar del escenario. En el Este, el mejor equipo es Boston. En el Oeste, San Antonio. Como diría el poeta, no hase falta desir nada más.
El caso de los Celtics es especialmente sorprendente. Ya nadie contaba con que se metieran en las finales el año pasado. No sólo lo hicieron sinó que se quedaron a cinco minutos de ganar un anillo, todo ello habiendo dejado por el camino a jóvenes estrellas como Wade, Howard o Lebron. Pero lo que están viviendo en este inicio de temporada no estaba en el guión. Si hacemos caso a las previsiones del verano, la situación era la siguiente: Ray Allen y Doc Rivers no seguían en Boston y Paul Pierce no se cerraba ninguna puerta. Si esto fuera una peli, haríamos un fundido a negro y en la siguiente escena aparecerían: Doc Rivers sonriendo en el banquillo, Pierce consiguiendo un 2+1, y Ray Allen lanzando triples a mansalva. Por no hablar de un renacido Kevin Garnett, que sigue teniendo la misma pasión, intensidad y obsesión por el baloncesto que cuando corría por las pistas de la Farragut Academy en sus años mozos. Boston tiene suerte: a toda esa veteranía hay que añadir que su mejor jugador es también el más joven: Rajon Rondo. Una mezcla perfecta.
En San Antonio es otra historia. Los Spurs no se parecen en nada a los que nos tenían acostumbrados a ganar títulos en años impares. Los nombres son los mismos, pero el baloncesto es otro. Poppovich, como Madonna, ha sabido reinventarse en cada disco. La música que suena ahora en Texas es más alegre. Los manotazos de Bowen han pasado a mejor vida. Ahora viven del triple. Matt Bonner y Manudona se ponen las botas desde la larga distancia. Y Duncan le devuelve a Parker todo el amor que recibió de él(aunque parece que a Tony no le hace mucha falta estos días) en forma de asistencia: ahora es el francés el que corta y Timmy el que le encuentra.
Se imaginan una final entre estos dos? La vejez al poder.
El caso de los Celtics es especialmente sorprendente. Ya nadie contaba con que se metieran en las finales el año pasado. No sólo lo hicieron sinó que se quedaron a cinco minutos de ganar un anillo, todo ello habiendo dejado por el camino a jóvenes estrellas como Wade, Howard o Lebron. Pero lo que están viviendo en este inicio de temporada no estaba en el guión. Si hacemos caso a las previsiones del verano, la situación era la siguiente: Ray Allen y Doc Rivers no seguían en Boston y Paul Pierce no se cerraba ninguna puerta. Si esto fuera una peli, haríamos un fundido a negro y en la siguiente escena aparecerían: Doc Rivers sonriendo en el banquillo, Pierce consiguiendo un 2+1, y Ray Allen lanzando triples a mansalva. Por no hablar de un renacido Kevin Garnett, que sigue teniendo la misma pasión, intensidad y obsesión por el baloncesto que cuando corría por las pistas de la Farragut Academy en sus años mozos. Boston tiene suerte: a toda esa veteranía hay que añadir que su mejor jugador es también el más joven: Rajon Rondo. Una mezcla perfecta.
En San Antonio es otra historia. Los Spurs no se parecen en nada a los que nos tenían acostumbrados a ganar títulos en años impares. Los nombres son los mismos, pero el baloncesto es otro. Poppovich, como Madonna, ha sabido reinventarse en cada disco. La música que suena ahora en Texas es más alegre. Los manotazos de Bowen han pasado a mejor vida. Ahora viven del triple. Matt Bonner y Manudona se ponen las botas desde la larga distancia. Y Duncan le devuelve a Parker todo el amor que recibió de él(aunque parece que a Tony no le hace mucha falta estos días) en forma de asistencia: ahora es el francés el que corta y Timmy el que le encuentra.
Se imaginan una final entre estos dos? La vejez al poder.