La Final Four de Berlín 2024 ha empezado con un ambiente enrarecido. El intento de varios radicales del Fenerbahçe de entrar por la fuerza al campo justo cuando se abrían los accesos ha conllevado un incremento en las medidas de seguridad, de tal manera que, cuando la semifinal debía dar comienzo, el Uber Arena presentaba un aspecto desolador por la falta de público, que entraba con cuentagotas al estadio. No ha sido hasta la media parte cuando el campo presentaba un ambiente mas acorde con la importancia del momento.
El inicio tardío no pareció beneficiar en nada al equipo turco. Los de Saras se veían superados por la intensidad defensiva griega, que aprovechaba la movilidad de sus pívots para ahogar los intentos de pick&roll. Tras unos pocos minutos, el marcador reflejaba un 12-0 y el lituano se veía obligado a pedir tiempo muerto. Nick Calathes tomaba las riendas del juego y, poco a poco, Fenerbahçe se metía en el partido y, con la inspiración de Nigel Hayes, reducia la ventaja a tan solo dos puntos a la media parte (38-36).
La segunda parte empezaba con la misma tónica de igualdad, y a mediados del tercer cuarto el Fenerbahçe parecía estar a punto de darle la vuelta al partido (51-50). Sin embargo, los de Estambul se estrellaron de nuevo ante la defensa griega, quedándose sin anotar en los últimos cuatro minutos del tercer cuarto. Con el partido embarrado, un triple de Kalaitzakis daba aire al PAO (56-50) cuando llegábamos al cuarto decisivo. El último período fue doloroso de ver para los aficionados turcos que llenaban las gradas. Saras no daba con la tecla y su equipo se quedaba en unos miseros siete puntos ante una demostración defensiva de los de Ataman. La frustración turca se puede resumir en dos acciones: con el partido ya escapándose, Nigel Hayes (17 puntos), que hasta ese momento había sido el faro de los suyos, no tocaba ni aro con un triple en buena posición, mientras que Calathes al poco arrollaba a Papapetrou en una acción que sorprende que no fuera descalificante. Al final, 73-57 para los atenienses, que vuelven a una final de Euroliga 13 años después. El trío formado por Kendrick Nunn (14-4-3), Matthias Lessort (17-10 y un coloso defensivo), Jerian Grant (13 puntos) fue la clave por parte griega.
Saras no ponía paños menores a la derrota, y se lamentaba porque el buen trabajo defensivo no había tenido premio a causa del desastre en el otro lado. Los porcentajes de tiro paupérrimos (20/59 con 9/35 en triples), junto a las 15 pérdidas fueron una losa demasiado grande.
La repetición de la final de la anterior edición se presentaba con favoritismo blanco y los primeros minutos no hacían más que confirmarlo. Hezonja anotaba tres triples en los primeros minutos y, con la ayuda de Musa y el dominio de Tavares en la zona, despegaban a los blancos en el marcador (16-8 tras cinco minutos). La exhibición blanca no paraba y, con un demoledor acierto exterior la diferencia se ampliaba hasta el 28-10 tras el primer cuarto, con Campazzo dirigiendo todas las operaciones (seis asistencias en diez minutos). En el segundo cuarto el Olympiacos empezaba a engrasar la maquinaria ofensiva, pero con un inspirado Sergio Rodríguez el Madrid llegaba a alcanzar una máxima ventaja de 25 puntos (49-24). En los últimos minutos de la primera parte, los de Bartzokas conseguían evitar males mayores, y un triple de McKissic sobre la bocina conseguía reducir la diferencia a “solo” 19 puntos (56-37). No creo que sea exagerado decir que los primeros veinte minutos del Real Madrid han sido de los mejores que se han visto nunca en una Final Four, apoyado en un acierto exterior sobrenatural (9/12 en triples). Una sinfonía perfectamente orquestada en la que todos aportaban su granito de arena.
En cualquier caso, la grada de los del Pireo no dejaba de animar a los suyos, y el Olympiacos parecía estar en disposición de entrar en el partido. Los blancos parecían volver a la tierra tras la reanudación, y se quedaban sin anotar durante los primeros cuatro minutos. Alec Peters (23 puntos con 5/6 en triples) entraba en combustión y los griegos amenazaban con reducir la ventaja por debajo de los diez puntos, pero un imperial Musa (20 puntos) calmaba los ánimos dejando la diferencia en unos cómodos 13 cuando se llegaban a los últimos diez minutos (71-58). El último cuarto fue otro quiero y no puedo de los de El Pireo. Pese al acierto exterior (los de Bartzokas terminarían con más triples anotados), Olympiacos solo llegó a reducir la diferencia hasta los ocho puntos, pero el Madrid siempre tuvo respuesta. Un precioso pase por detrás de la espalda del Chacho Rodríguez dejaba el partido visto para sentencia (87-76). Si esta es su última Final Four, desde luego no será por su falta de efectividad en cancha (8 puntos y 4 asistencias en 14 minutos).
La sensación es que el Real Madrid se ha dejado llevar durante la segunda parte, pero jamás pareció que el partido fuera a girar del lado griego. Así, los blancos disputarán su tercera final consecutiva, con la oportunidad de ganar la decimosegunda Euroliga/Copa de Europa. Sería, además, la primera vez desde los años sesenta que el Madrid encadena dos títulos consecutivos.