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Mundial 2019: Yugoslavia 1970, por Iván Fernández
Iván Fernández  | 26.08.2019 - 15:21h.
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Nuestro especialista Iván Fernández repasa la historia del Mundial de baloncesto ofreciéndonos un interesante recorrido desde los orígenes de la competición hasta la última edición en 2014.

LA PRIMERA MEDALLA DE ORO PLAVI


Con una progresión clara y constante, Yugoslavia se había convertido ya en una de las grandes potencias baloncestísticas del momento, y lo había hecho gracias a un trabajo planificado y que no sólo se había limitado a lo deportivo. También en lo organizativo el basket balcánico había ido sumando peso mundial de mano de la figura de un Borislav Stankovic que comenzaba a labrar su extensa carrera en los despachos. Respaldado por los éxitos de la década de los 60 y buscando conmemorar el 25 aniversario de la Federación yugoslava, Stankovic consigue que el comité de la FIBA conceda la celebración del primer Mundial que ha de disputarse fuera de Sudamérica al país de Tito.


La decisión termina por revelarse de lo más acertado, ya que por primera vez el mismo se ve ajeno a las disputas políticas, su organización es modélica e incluso se consigue, al fin, disputar en su año natural. Por si fuera poco el nivel deportivo también resultaría francamente alto y acabaría por desembocar en el primer oro de una Yugoslavia que se presentaba en Ljubljana con el bagaje acumulado de tres platas consecutivas en los Mundiales de Uruguay, Juegos Olímpicos de México y Europeo de Nápoles (amén de obtener el mismo metal en el Mundial de 1963 y los Europeos de 1961 y 1965).


Cartel anunciador del Mundial de Yugoslavia 1970



Al igual que en las ediciones anteriores, el anfitrión pasaba directamente a la liguilla final que habría de disputarse en Ljubljana, mientras que el resto de equipos quedaban encuadrados en tres grupos que disputarían sus partidos en Split, Sarajevo y Karlovac (quedando Skopje para la fase de consolación). Sin mayores sorpresas, URSS, USA y Brasil lograron su pase como invictos (con apuros por parte carioca ya que necesitaba de una doble prórroga ante Italia… aunque con trascendencia menor ya que se clasificaban dos equipos por grupo y no arrastraban los resultados).


La primera fase dejaba otro dato significativo: la presencia de Australia. Pese a no ganar ningún partido, la selección liderada por el histórico Lindsay Gaze (padre de Andrew, y cinco veces olímpico en su doble faceta de entrenador y jugador), venía a ratificar el aspecto global del torneo ya que con su debut los cinco continentes se veían representados por primera vez en un Mundial.


Como decíamos, Yugoslavia había acumulado nada menos que 6 platas en la década de los 60, lo cual daba a entender que su candidatura a organizar el Mundial venía refrendada por un convencimiento de que este podía ser el paso definitivo. La conjunción de la excelente generación de los Daneu, Korac y compañía, con los nuevos valores que lideraba Cosic parecía presagiar el mejor de los destinos.


 



Sin embargo unos meses antes del torneo la desgracia se cebaba con el mundo del baloncesto, y más en concreto con una de sus grandes estrellas, un Radivoj Korac que fallecía en accidente de coche en el regreso de un partido amistoso de la selección. Ala-pívot zurdo de indudable talento ofensivo, Korac había sido clave en los éxitos del OKK Belgrado, había rendido con excelencia en la LEGA y en la selección y dejaba en los anales uno de esos récords poco menos que intocables, al anotar 99 puntos en un partido de la Copa de Europa (marca aún vigente en la principal competición de clubes europea, porque años más tarde en la Copa Korac, tercera competición continental y bautizada así en honor al gran Radivor, Zdenko Babic se iría hasta los 144).


VÍDEO: RADIVOJ KORAC



Con todo, Yugoslavia se plantaba en Ljubljana como la gran favorita tanto por su nivel deportivo como por el fabuloso ambiente que se respiraba en la pista: la Sala Tivoli. Situado en el borde inferior del precioso parque del mismo nombre, la Hala Tivoli había visto la luz en los primeros meses de 1965 tras dos años de denodados trabajos liderados por el arquitecto Marjan Bozic, quien a su vez recogía una idea del genial e inclasificable Stanko Bloudek.


De biografía más propia de un falso documental al estilo Cravan vs Cravan que de un personaje histórico, todo lo que se diga del gran Bloudek suena a exageración… y se queda muy corto. Pionero de la aviación eslovena, vivió a caballo entre Praga, Ljubljana, Viena y Budapest construyendo aeroplanos y artilugios imposibles adelantados a su época. Amigo de Lenin, Kafka (dicen que de su mente surgió el primer esbozo de la maravillosa “Un artista del hambre”) o Conan Doyle, su inquietud vital le llevó de los cielos al asfalto, introduciéndose, o más bien creando, la industria automovilística eslovena mientras se convertía en un deportista total: futbolista, campeón de patinaje, tenista y , sobre todo, constructor: pistas de esquí, de tenis… hasta la llegada de la segunda guerra mundial, donde su ingenio viraba a la construcción de armas y refugios para los partisanos, lo que le llevó a las cárceles nazis de la por entonces llamada Eslovenia del Norte.


Tras la caída de la bestia fascista, Bloudek ingresaba en el COI a la par que comenzaba a esbozar la que con los años sería la sala que habría de ver por primera vez a la selección yugoslava de baloncesto subirse a lo más alto de un cajón mundialista, y aunque nunca llegó a verla terminada un busto en su honor sigue presidiendo la subida al viejo pabellón.


El recinto ya había sido sede de los partidos europeos del Olimpija Ljubljana (gran papel en la Copa de Europa de 1967 y la Recopa de 1969), del Mundial de ping-pong e incluso de un multitudinario concierto de Louis Armstrong. En lo deportivo, Yugoslavia arrancaba la liguilla final pasando muchos apuros ante una Italia donde Recalcati ponía la dinamita exterior y Dino Meneghin la fuerza interior, aunque finalmente los 29 puntos de un enorme Cosic acababan por certificar el triunfo local por 66-63.


Tras el alivio plavi, las noticias para los organizadores no podían ser mejores y la que a priori se presentaba como su gran rival, la URSS, caía en un dramático encuentro ante Brasil. Liberada así de la presión, Yugoslavia continuaba su camino aplastando a los propios cariocas y venciendo con solvencia a Uruguay y Checoslovaquia. De entre el resto de favoritos, los resultados se cruzaban de tal manera que USA vencía a la URSS, pero caía ante Italia y esta a su vez caía ante la URSS y un Brasil, que también mordía el polvo con los checoslovacos.


Ivo Daneu recoge el trofeo de campeón en 1970


De esta manera se llegaba a la penúltima jornada con un Yugoslavia-USA decisivo en el cual una victoria balcánica daba matemáticamente el título a los de Zeravica… y éstos pese a algunos nervios iniciales no fallaban para cerrar con un 70-63 el primer oro de su historia. En la última jornada se repetía el doble enfrentamiento de la edición anterior, con unos apáticos yugoslavos cayendo ante la URSS, que se llevaba el bronce, y un Brasil que volvía a doblegar a una USA que pasaba de su virtual plata a un decepcionante cuarto puesto.


Desgraciadamente el júbilo de los yugoslavos duró muy poco, ya que apenas transcurridos tres días desde la finalización del torneo, uno de los artífices del éxito, el pívot Trajko Rajkovic fallecía de un paro cardiaco. Rajkovic, campeón liguero en tres ocasiones con el OKK Belgrado, compartía en cierta forma destino con un Radivoj Korac con el que había coincidido durante sus dos últimas ligas y en la LEGA italiana, donde curiosamente se habían sucedido el uno al otro como los respectivos máximos anotadores de la competición (Rajkovic en 1968 con el Livorno y Korac con el Padova en 1969).



VÍDEO: YUGOSLAVIA - USA






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