Será inadmisible vender el triunfo concertado de antemano, algo permitido hasta la saciedad en el deporte español en estos tiempos que corren. A partir de ya, el sufrimiento va a ser constante. Aprender a vivir sin los que han sido nuestros referentes será duro, como hemos comprobado en Eslovenia, pero es algo que tiene que suceder. Vivir de las rentas pasadas no beneficiaría a España en absoluto y le supondría un sinfín de disgustos. Las expectativas no pueden ni deben ser las de antaño por esa misma regla de tres. Selección nueva, vida nueva.

Aunque la transición hacia lo que está por venir ya ha comenzado, el bronce y la forma en que se ha conseguido aún es digno de cierto escepticismo. ¿Qué hubiera pasado si España no hubiese levantado el pie del acelerador en sus encuentros más comprometidos? Nunca lo sabremos. Lo que está claro es que el enfrentamiento contra Croacia fue de todo menos entretenido. Lógico, estamos hablando del partido que nadie quiere jugar, aunque la victoria pueda llegar a ser tan celebrada como la que otorga el oro.

Los doce más uno integrantes principales del combinado español dejan Eslovenia con un sabor de boca dulce y amargo a la vez. Satisfechos por concluir una vez más el EuroBasket con la medalla de rigor colgada al cuello, pero intranquilos por los contrastes de su actuación y por las incógnitas de las próximas citas. Todo va a cambiar: el grueso del equipo, su cuerpo técnico e incluso el calendario FIBA. Las dificultades estarán a la orden del día y es tarea de todos tenerlo presente. Cuanto antes, mejor.

PD: ¿Pero qué estoy diciendo? Carpe diem. Saldremos en la foto con Francia y Lituania, así que pelillos a la mar. Aún hay hueco para nuestro baloncesto en la cresta de la ola. Lo mejor es acomodarse en el sofá y esperar a que llegue ya el Mundial en casita para volver a subir al podio. Por lo menos, el oro, ¿no?

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Será inadmisible vender el triunfo concertado de antemano, algo permitido hasta la saciedad en el deporte español en estos tiempos que corren. A partir de ya, el sufrimiento va a ser constante. Aprender a vivir sin los que han sido nuestros referentes será duro, como hemos comprobado en Eslovenia, pero es algo que tiene que suceder. Vivir de las rentas pasadas no beneficiaría a España en absoluto y le supondría un sinfín de disgustos. Las expectativas no pueden ni deben ser las de antaño por esa misma regla de tres. Selección nueva, vida nueva.

Aunque la transición hacia lo que está por venir ya ha comenzado, el bronce y la forma en que se ha conseguido aún es digno de cierto escepticismo. ¿Qué hubiera pasado si España no hubiese levantado el pie del acelerador en sus encuentros más comprometidos? Nunca lo sabremos. Lo que está claro es que el enfrentamiento contra Croacia fue de todo menos entretenido. Lógico, estamos hablando del partido que nadie quiere jugar, aunque la victoria pueda llegar a ser tan celebrada como la que otorga el oro.

Los doce más uno integrantes principales del combinado español dejan Eslovenia con un sabor de boca dulce y amargo a la vez. Satisfechos por concluir una vez más el EuroBasket con la medalla de rigor colgada al cuello, pero intranquilos por los contrastes de su actuación y por las incógnitas de las próximas citas. Todo va a cambiar: el grueso del equipo, su cuerpo técnico e incluso el calendario FIBA. Las dificultades estarán a la orden del día y es tarea de todos tenerlo presente. Cuanto antes, mejor.

PD: ¿Pero qué estoy diciendo? Carpe diem. Saldremos en la foto con Francia y Lituania, así que pelillos a la mar. Aún hay hueco para nuestro baloncesto en la cresta de la ola. Lo mejor es acomodarse en el sofá y esperar a que llegue ya el Mundial en casita para volver a subir al podio. Por lo menos, el oro, ¿no?

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El Contraataque: El inicio de una nueva era
Millán Cámara  | 22.09.2013 - 21:06h.
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No teníamos la mejor plantilla del campeonato, sí la irregularidad por bandera. Tampoco habíamos hecho excesivos méritos para llegar hasta lo más alto del podio y nuestros partidos ante las grandes selecciones habían defraudado. Por tanto, España se puede dar con un canto en los dientes tras conquistar el bronce en el EuroBasket de Eslovenia. Ésta es la primera piedra de un futuro que está llamando a las puertas de la selección nacional de baloncesto cada vez con más estrépito.

Se han conseguido diez medallas en torneos internacionales durante los últimos catorce años, siete de ellas al amparo del Viejo Continente. El legado es tan idílico que cuesta hacerse a la idea de que tarde o temprano habrá que enterrarlo (que no olvidarlo) para poder pensar ya en un nuevo periodo histórico. Una etapa que será ajena, triste e irremediablemente, a la generación del 80, aquella que tanto nos ha dado durante estos maravillosos años. Muchos guardarán con orgullo la zamarra de la selección para no volver a vestirla jamás, pero mantendrán muy vivo el recuerdo de lo que consiguieron. Quizá alguno de ellos vuelva de forma puntual tras la despedida oficiosa de 2014 en busca de un éxito que a buen seguro se encarecerá tras el adiós de quienes más fervientemente ayudaron a forjarlo.

Habrá resquicios de los equipos españoles triunfadores, aunque serán los menos. Hombres como Marc Gasol, Ricky Rubio o Rudy Fernández están llamados a ser los estandartes de una nueva hornada del deporte de la canasta nacional. Es muy difícil, casi imposible, que las camadas futuras puedan siquiera acercarse a las gestas de sus antecesores. Los ciclos cambian y habrá que volver a acostumbrarse a no subir al podio una vez sí y otra también. Ni siquiera Estados Unidos posee la fórmula de la inmortalidad. La ilusión por lo que pueda conseguir España próximamente en materia baloncestística seguirá latente, pero tendrá que ir aderezada con una prudencia considerable.




Será inadmisible vender el triunfo concertado de antemano, algo permitido hasta la saciedad en el deporte español en estos tiempos que corren. A partir de ya, el sufrimiento va a ser constante. Aprender a vivir sin los que han sido nuestros referentes será duro, como hemos comprobado en Eslovenia, pero es algo que tiene que suceder. Vivir de las rentas pasadas no beneficiaría a España en absoluto y le supondría un sinfín de disgustos. Las expectativas no pueden ni deben ser las de antaño por esa misma regla de tres. Selección nueva, vida nueva.

Aunque la transición hacia lo que está por venir ya ha comenzado, el bronce y la forma en que se ha conseguido aún es digno de cierto escepticismo. ¿Qué hubiera pasado si España no hubiese levantado el pie del acelerador en sus encuentros más comprometidos? Nunca lo sabremos. Lo que está claro es que el enfrentamiento contra Croacia fue de todo menos entretenido. Lógico, estamos hablando del partido que nadie quiere jugar, aunque la victoria pueda llegar a ser tan celebrada como la que otorga el oro.

Los doce más uno integrantes principales del combinado español dejan Eslovenia con un sabor de boca dulce y amargo a la vez. Satisfechos por concluir una vez más el EuroBasket con la medalla de rigor colgada al cuello, pero intranquilos por los contrastes de su actuación y por las incógnitas de las próximas citas. Todo va a cambiar: el grueso del equipo, su cuerpo técnico e incluso el calendario FIBA. Las dificultades estarán a la orden del día y es tarea de todos tenerlo presente. Cuanto antes, mejor.

PD: ¿Pero qué estoy diciendo? Carpe diem. Saldremos en la foto con Francia y Lituania, así que pelillos a la mar. Aún hay hueco para nuestro baloncesto en la cresta de la ola. Lo mejor es acomodarse en el sofá y esperar a que llegue ya el Mundial en casita para volver a subir al podio. Por lo menos, el oro, ¿no?

Hay que tomarse a broma (es decir, en serio) todo lo expuesto en este artículo... menos el último párrafo. Luego no digáis que no se os avisó.




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