Mientras la última semana el mundo del baloncesto estaba pendiente del trade deadline en la NBA, la fecha límite del 15 de marzo para el fin de traspasos de jugadores y con el futuro de algunos de nuestros NBA en el tintero (casos de Pau o José Manuel Calderón, aunque también sonó el nombre de Serge Ibaka), me he estado preguntado sobre el impacto que ha tenido el lockout en el basket europeo.


Cuando la NBA llamó a filas a todos sus jugadores que estaban dispersos por el viejo continente, unos en busca de sacar algo de dinero extra y otros para no perder la forma en caso de comienzo de la liga profesional, él éxodo hacia tierras americanas fue prácticamente total: nombres como los de Ty Lawson, Deron Williams, Jordan Farmar, Nicolas Batum, Timofey Mozgov, Nikola Pekovic, Danny Green, Ersan Ilyasova, Danilo Gallinari, Serge Ibaka o Rudy Fernández, entre otros, regresaron rápidamente para ponerse a las órdenes de sus entrenadores en sus respectivas franquicias.


El impacto que estos jugadores causaron en su andadura europea en algunos casos ha sido prácticamente circunstancial e inapreciable en otros. Este paso no ha valido a sus clubes para grandes logros, aunque su presencia sí fue determinante en muchos encuentros. Así, se recuerdan grandes actuaciones individuales de Farmar en el Maccabi, de Batum en Francia con el Nancy, Pekovic en el Partizan o del propio Rudy en su paso por el Real Madrid.





Pero otros decidieron quedarse en Europa para seguir formándose o finalizar su contrato, ya que eran agentes libres y podían firmar un contrato garantizado para la temporada completa en Europa. El caso más notable o decisivo a día de hoy de jugadores NBA en Europa es el de Andrei Kirilenko; AK-47 está llevando a su CSKA al ser el favorito en todas las apuestas para ser el campeón de la Euroliga en esta edición. Sus grandes actuaciones individuales, unidas al gran plantel del equipo moscovita, le hacen ser el gran aspirante para ganar todas las competiciones en las que se encuentra inmerso esta temporada.


Kyle Singler, primero en el Lucentum Alicante y luego en el Real Madrid, es un ejemplo de jugador que prefirió seguir en Europa antes de dar el salto por primera vez a la NBA (Detroit Pistons ha seguido su evolución durante toda la temporada). Su rendimiento en el Lucentum fue muy notable, mientras que en el Real Madrid parece que poco a poco va adaptándose al ritmo de juego y a un protagonismo no tan principal en un equipo de mayor nivel competitivo.


Sonny Weems ha cuajado una gran temporada en el Zalguiris, con grandes actuaciones individuales. Su presencia fue decisiva para clasificar a su club para el Top 16 de la Euroliga, pero no pudo hacer nada para conseguir ir más allá en su andadura en esta competición.


David Andersen en Siena ha conseguido, a las órdenes de Pianigiani, liderar la LEGA y clasificar a su club como primero del Grupo F en el Top 16, aunque no ha podido alcanzar la Final Four al caer el Siena ante el Olympiacos.





Aunque individualmente el paso de Sasha Vujacic por el Anadolu Efes ha sido muy notable, el resto de sus compañeros no ha estado a la altura y no consiguieron clasificar a su club para la tan ansiada Final Four 2012, que se celebrará precisamente en Estambul. Otro caso a reseñar en un club turco es el de Darius Songaila, cortado por el Galatasaray, que no ha rendido como de él se esperaba y del que en estas fechas hemos conocido su fichaje por el Blancos de Rueda Valladolid, que busca un revulsivo para evitar su caída a la LEB.


A veces, la calidad o los nombres no son sinónimo de éxito y grandes estrellas del baloncesto NBA tienen que sufrir un baloncesto más “rígido” en cuanto a conceptos y normas de juego sin poder llegar a desplegar todo su potencial. A veces, el desembolso económico de los clubes no llega a tener la finalidad deseada…