La Opinión
Las Historias de Sunara: Dusko Vujosevic vuelve a Belgrado
Iván Fernández  | 30.06.2012 - 20:34h.
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Confirmando la tendencia de mercado en un inicio de verano más marcado por el movimiento de técnicos que por el de jugadores, esta semana se ha confirmado la vuelta de Dusko Vujosevic al Partizan de Belgrado.


Aunque rara vez se suela reparar en la figura del asistente, en el EuroBasket 2011 hubo dos selecciones en las que el peso de las mismas (ya sea directamente sentados en el banquillo o como “asesores”) resultaba incuestionable. Una de ellas era Turquía, donde Bogdan Tanjevic tutelaba la ascensión de Orhun Ene, y la otra era Montenegro, donde Dejan Radonjic tenía que convivir con un Dusko Vujosevic que meses después de dimitir como primer entrenador aceptaba volver a la selección en calidad de asesor/ayudante.


Auténtico líder del grupo que logró la clasificación para Lituania, pocos entrenadores europeos han conseguido tanta ascendencia sobre su equipos como Dusko Vujosevic en la que fue su última etapa en el Partizan o en la propia selección montenegrina. Un autentico ídolo para los aficionados del Pionir (algo que no siempre fue así), Vujosevic hizo de la necesidad virtud, sumando a su vocación y -excelente- capacitación en la formación de jóvenes a sus labores tácticas y de motivación, logrando resultados impensables dada la perpetua reconstrucción a la que se ve sometido un Partizan al que la anterior temporada llevaba a tocar el cielo.





Seleccionador a la sazón de la joven Montenegro, a la que había ascendido a la División A, Vujosevic lograba que el Partizan tiranizara la historia reciente de la liga serbia (9 ligas y 4 copas de manera consecutiva) e incluso de una Liga Adriática, donde ningún equipo había conseguido revalidar título hasta que su Partizan encadenara 4 títulos. Pese a este excelso balance doméstico, fue el escaparate de la Euroliga el que devolvió al primer plano a un Vujosevic que repetía presencia en una Final Four 22 años después de su primera aparición, en un record difícilmente igualable. Y es que, si bien a día de hoy todo son alabanzas, la carrera de Vujosevic vivió momentos de mucho menor reconocimiento.


Campeón liguero con el Partizan en el 87 (con el triple de Grbovic y el posterior fallo de Radovic desde el 4´60), en lo que suponía el quinto -y único en formato play-off- título en la historia de los de Belgrado (el anterior se remontaba al 82), Vujosevic se asoma a Europa en la temporada 87/88 llevando al Partizan a la primera Final Four de la historia y haciéndolo como primero de grupo (con el formato del año anterior hubiera jugado directamente la final). A nivel doméstico, el esfuerzo europeo se paga y el Partizan acumula 7 derrotas en la temporada regular, terminando tercero. Pese a ello, se planta en la final y sólo cede ante la emergente Jugoplastica (sólo una derrota esa temporada) en el tercer y último partido de la final.





Oro en el Europeo junior con la Yugoslavia de Komazec y Danilovic, la temporada 89 lleva al Partizan de Vujosevic a hacerse con la Korac (con un memorable partido de vuelta en la final ante el Cantù), la Copa (87-74 ante la Jugoplastica en Maribor) y el liderato de la fase regular. Con la final programada por primera vez a cinco partidos, el Partizan cede en casa en el primero por 73-74 ante una Jugoplastica que, como local esta vez, a falta de unos segundos domina por 5 puntos también en el segundo. Pero llega la polémica arbitral, con una supuesta agresión a Divac por parte del público, y todo deriva en la retirada de un Partizan que es sancionado con la pérdida del tercer encuentro y por consiguiente la final, cerrando en falso una temporada aciaga en ese aspecto (Italia y la URSS vivieron también la resolución de sus ligas fuera de las pistas).





Hasta aquí el currículo de Vujosevic bien pudiera ser envidiable, pero todo comienza a torcerse en el año 90. Cesado en Granada en su primera experiencia foránea, su vuelta al Partizan deriva (amén del subcampeonato del 91) en problemas con algunos jugadores clave, y en el año 92 Dusko cambia de acera para enrolarse en el Estrella Roja… coincidiendo con el título europeo de un Partizan dirigido por su ex-pupilo Zeljko Obradovic. La supremacía de la Jugoplastica y la brillante carrera de varios de los jugadores de los que Vujosevic dispuso (Paspalj, Divac, Djordjevic…) y ese título de un Partizan con una plantilla aparentemente menor, terminan por desdibujar con el paso de los años la impronta del técnico montenegrino que, a su vez, inicia una autentica travesía por el desierto.


En un sorprendente giro, Vujosevic viaja hasta a Italia para hacerse cargo del trabajo de cantera de un Brescia que por entonces milita en la B1. Salto al primer equipo, acceso a la LEGA a través del Pistoia y finalmente Scavolini, donde es cesado, completan su aventura italiana. Dos años en el Radnicki preceden a su vuelta al Partizan de la mano de un Predrag Danilovic que se convierte en su principal valedor y donde tras un inicio complicado, comienza a labrar lo que hoy bien pudiéramos calificar ya como una auténtica leyenda.





Lograda la hazaña, Vujosevic decidía volver a combatir al destino aceptando la oferta de un ambicioso CSKA de Moscú, donde tras una pretemporada prometedora entraba en una espiral de incomprensión y malos resultados que forzaba su cese y aumentaba la leyenda negra de su papel fuera de su entorno con la amargura de producirse poco después de su renuncia al cargo de seleccionador. En Lituania, quizá Vujosevic recordara su papel de seleccionador en el EuroBasket 2003 y haciéndolo además con un papel que resulta difícil pensar que no trascendiera del de mero asistente. Y ahí, en ese rol y con la confianza de saber por donde se mueve, Vujosevic podía volver a ser el rey, parafraseando la gran canción de Nacho Vegas:


Pero en veintiocho años, vean que la reconstruí con estas sucias manos un millar de veces y sigo viviendo así, como un rey en mi palacio de papel. Se está bien aquí, se está bien. La mujer del tiempo anuncia un huracán, pero no me iré; resistiré. Y si hay un fuego aprenderé a arder. Y si empiezo a arder aprenderé a apagarme.




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Artículo publicado por Iván Fernández

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