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En primer lugar quiero agradecer a los responsables de BasketMe.com y a los lectores de la página el poder estar aquí con vosotros contando mis experiencias y pudiendo aportar algo nuevo a todos vosotros en cuanto a baloncesto femenino se refiere. Dentro de mi amplia experiencia en este mundo de la Liga Femenina (mi debut como primer entrenador data ya de 1.995), son muchos los momentos que he podido vivir, numerosas las situaciones y múltiples las experiencias, tanto en el plano deportivo como en el personal o profesional. De todo ello espero ir hablando a lo largo de las próximas semanas, aunque quiero centrarme lógicamente en lo que más puede interesar a todo el que se acerque a este blog; el presente, la actualidad, el día a día de un entrenador de Liga Femenina que a su vez compite en Euroliga, lo que a buen seguro hará comprender a todos los lectores muchas veces la dificultad que conlleva el compaginar ambas competiciones y el porqué de muchas cosas.
En este caso me encuentro ante una temporada ilusionante. Una año más, tengo la gran suerte de continuar en el que es el club de mi vida, en el que llevo la friolera de 14 años, es decir, desde su año de fundación. Esa gran suerte a la que me refiero es la de tener una gran plantilla que nos hace soñar con volver a estar una temporada más entre los mejores de nuestra competición y que nos permita dar un pasito más en la Euroliga, alcanzando los octavos de final y, si es posible, pasar de ronda. Tengo la gran suerte de contar con el apoyo de una gran afición que, partido tras partido, nunca baja de las 3.000 personas apoyando al equipo, algo que es un extra de motivación a la vez que una mayor carga de responsabilidad en nuestro trabajo.
En este momento el equipo se encuentra en un gran momento, después de cosechar ocho victorias consecutivas (4 en Liga y 4 en Euroliga), que nos hacen ver ya lejanas las 3 derrotas consecutivas con las que casi comenzamos la temporada (en Olesa, en León y en Pecs - Hungría-). No es fácil comenzar las temporadas en los últimos años al haber desaparecido por completo las pretemporadas, es decir, ese período de seis semanas en el que había tiempo para acondicionar físicamente al equipo e introducir paulatinamente todos los conceptos del juego y la filosofía de equipo a desarrollar desde el inicio de la competición. Por desgracia para los entrenadores, nos encontramos que entre los JJOO, los preeuropeos y la WNBA, las jugadoras llegan de forma progresiva, empezando en este caso a trabajar el 1 de septiembre con 4 de las 10 profesionales. Si a ello le sumamos que dos jugadoras se incorporan 15 días antes de empezar a competir y las dos americanas tan solo una semana, creo que está dicho todo sobre los difíciles inicios de algunos equipos femeninos en la actualidad.
Pero hemos sido capaces de superar ese bache inicial y ahora, tras la victoria en Cracovia ante el Wisla de nuestra paisana Marta Fernández (siempre gusta encontrar a alguien de aquí tan lejos), lideramos el grupo Ade la Euroliga al terminar la primera vuelta, e igualamos en tan solo cinco jornadas nuestros mejores resultados de temporadas anteriores (4 victorias). Tenemos cinco jornadas por delante para superar ese récord y si es posiblecon varias victorias más que nos lleven a poder ser primeros o segundos de grupo, algo que nos daría ventaja de campo en el cruce de octavos y ampliaría las opciones de entrar por primera vez en los cuartos de final. Lo más difícil de todo esto es, para las jugadoras, el cambiar ese chip en poco más de 48 horas tras los duros partidos de la competición europea y los largos y duros viajes (12 horas de vuelta desde tierras polacas este jueves).
Por desgracia, no somos el baloncesto masculino o el Ros Casares que, con su avión privado, regresan a casa la misma noche del partido. En cuanto a los técnicos, tras esos duros viajes te encuentras que tienes poco más de 24 horas para preparar el siguiente partido, sin duda sin la ayuda del cuerpo técnico, en este caso de un entrenador ayudante, que lleva toda la semana viendo DVDs y preparando montajes del siguiente rival, en este caso PDV Ibiza, no sería posible poder realizarlo. Por lo tanto, y con esto me despido, tengo la gran suerte, además de contar con una gran plantilla y una magnífica afición, de tener un gran cuerpo técnico que hace que todo sea más fácil, desde los viajes hasta el trabajo del día a día.
Pero de ellos hablaremos en otra ocasión, que espero haya mucho tiempo para seguir hablando de muchas cosas.
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