La misión de la estructura |
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A resultas del último artículo sobre la Copa del Rey creo que quedaba pendiente explicar la importancia de aquello que llamamos estructura. Otros lo llaman gestión, administración, staff o los americanos “front office”. Me refiero con ello al personal no deportivo (ni entrenadores ni jugadores) que hace posible que un club funcione. Y no sólo eso, que determina como es el club y como funciona.
Realmente el título que pienso se ajustaría más al presente artículo es “La Estructura al servicio de la visión, la misión y los valores de un club”. Como no se trata de una conferencia magistral, he creído más discreto abreviarlo, pero en cualquier caso quiero comenzar por el principio.
Cualquier organización que se precie debe analizar el sentido de su existencia, analizar su presente y planificar su futuro. Es lo que se llama el definir la visión, la misión y los valores de la organización. Para explicarlos rápidamente a aquellos que no están familiarizados con el tema, con referencia a un club, lo podríamos definir como:
Visión: es aquello que es el club en si mismo, lo que representa, como es visto, en definitiva, el sentido de su existencia. En este punto podríamos admitir muchísimas concepciones del término, pero la que no me parece discutible es que un club profesional existe porque detrás hay una comunidad (como lo llamaré en adelante, pero que podría traducirse por seguidores, masa social, área geográfica, etc.) interesada en él. El club vive de cobrar a gente por ver sus partidos en directo, a las televisiones por retransmitirlos y a los patrocinadores por que luzcan sus imágenes corporativas en la camiseta o en los soportes publicitarios. Suele recibir subvenciones de las instituciones públicas por proyectar la imagen de la comunidad a la que representa y por los valores positivos que el deporte conlleva. Todos los ingresos se deben a que tiene una implantación popular que justifica su repercusión. El interpretar en que se basa su relación con su comunidad es lo que yo entiendo como la parte de la Visión que cada club debe definir. Un club puede entender que lo que le vincula a su comunidad es ofrecerle éxitos deportivos de los que sentirse orgullosa, otro asumir que es parte de la obra social de una institución o un tercero decidir que es una organización dedicada a formar jugadores para lo cual necesita un reclamo en forma de equipo profesional. Pero en cualquier caso, es imprescindible que defina cual es su Visión.
Misión: son aquellos objetivos estratégicos que el club se fijará para desenvolverse en el ámbito de su actividad una vez definida la Visión.
Valores: son aquellos patrones de funcionamiento con acuerdo a los que desarrollará su Misión.
Alguno llegados a este punto pensará “menudo rollo si sólo se trata de meter una pelota en un agujero” y otros pueden opinar “es tan obvio que no se porque se enrolla tanto”, pero lo cierto es que los árboles suelen tapar el bosque y el ritmo vertiginoso al que se desarrolla la actividad de los clubes hace olvidar cual es el sentido de su existencia.
Una vez quienes dirigen el club (presidente y consejo de administración habitualmente) hayan determinado los puntos anteriores deberán proceder a montar una estructura que se adecue a sus objetivos. Y deberían hacerlo además de una forma lógica, empezando de arriba hacia abajo, con cada responsable escogiendo los colaboradores que más se adecuaran a sus necesidades. Queda entendido que normalmente encontraremos una estructura pre-existente, pero no deberíamos olvidar cual es el sentido lógico de la formación de dicha estructura.
Todo lo recorrido me sirve para llegar al auténtico tema del artículo: la estructura se debe adecuar a lo que el club (y como máximo exponente su equipo profesional) necesita que le aporte. Ello no es tarea fácil. Hay mucha gente que sabe de negocios, hay también mucha gente que sabe de baloncesto, pero realmente conozco mucha menos que conozca del “negocio del baloncesto”, o lo que es lo mismo, de todas las actividades administrativas/técnicas que exijan de tener conocimientos mixtos de ambas partes y de cómo se encajan entre ellas.
Cuando un club consigue tener todos estos aspectos claros logra una ventaja determinante sobre aquellos que no lo han hecho. Es capaz de tomar decisiones a medio y largo plazo sin verse arrastrado por la espiral que pueden significar los resultados. De todo ello los más favorecidos en su actividad son los técnicos y jugadores, que cuentan con un entorno concebido para maximizar su rendimiento, ya sea en las condiciones de trabajo como en las contrataciones de personal (fichajes) que se realicen.
Una parte importante de conocer “el negocio del baloncesto” (aunque vale para cualquier deporte) es saber que no hay ninguna fórmula infalible. A diferencia de otros negocios donde simultáneamente pueden convivir varias empresas que obtengan resultados exitosos, en el deporte sólo gana uno, aunque varios hayan trabajado bien. Es más, incluso se puede dar la paradoja de que no habiendo trabajado bien ninguno, también habrá un ganador.
En cualquier caso, y pese a que puede haber tropiezos en determinados momentos, la consolidación de una estructura lógica y capacitada es a largo plazo la forma de conseguir optimizar los resultados de la organización.
No se si ha resultado demasiado filosófico, pero al final se resume en: sepamos lo que queremos hacer, busquemos a los mejores (de arriba hacia abajo) para hacerlo y no demos tumbos.
PS: os escribo este artículo desde Atenas donde acabo de presenciar en directo un brutal (creo que es el adjetivo que mejor se adapta) Olympiacos-Panathinaikos, el cual se ha resuelto por una canasta a 3 segundos del final. Creo que es una experiencia digna de ser vivida para cualquiera que quiera comprender lo que es vivir el baloncesto con pasión.