El Draft NBA |
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Recupero la presencia en mi despacho virtual después de unas semanas en que los viajes y la actividad no me han dejado poder dedicarme a él. Y lo hago hablando sobre un tema que a estas alturas de temporada se torna de actualidad cada año: el Draft NBA.
El Draft es la actividad que absorbe la mayor parte de tiempo de los departamentos de basketball operations de los equipos NBA durante la temporada. Es la forma en que los equipos pueden ir renovando sus plantillas y aspirar a hacerse con los mejores jugadores independientemente de su status financiero. Cada organización dispone de una estructura de scouts distribuidos por todo el mundo, pero específicamente centrados en el seguimiento de las competiciones universitarias estadounidenses. Además suelen contratar servicios de estadísticas, de videos y de todo tipo de consultores que les ayuden a mejorar su nivel de información sobre los “prospects”. Aunque se trate de un promedio de 2 elecciones por franquicia (de los cuales en la mayoría de casos sólo 1 suele quedarse de forma efectiva) la tradicional actitud americana de disponer del máximo de datos para tomar mejores decisiones hace que no escatimen medios para ello.
El proceso es continuo y debe observar muchas normativas que le afectan. Los equipos están haciendo un seguimiento constante de los futuribles desde el inicio del curso, continuando con lo arrastrado de años anteriores. Innumerables partidos y entrenamientos presenciados, grabaciones de vídeo y conversaciones con personas próximas a los jugadores se van acumulando en los archivos de cada franquicia.
Durante la temporada el contacto con los jugadores está prohibido, por lo cual se debe esperar a la finalización de las competiciones para poder empezar a entrevistar personalmente a los elegibles. Entonces es también el momento de someterlos a chequeos médicos, entrenamientos individuales e incluso test psicológicos.
Los torneos de post-temporada (como el PIT en Portsmouth o el Chicago pre-draft camp) permiten ver reunidos a los destacados, aunque los que tienen mejores perspectivas después de una buena temporada no quieren arriesgarse a perder su status por una mala semana y prefieren no hacer acto de presencia. En Europa el Reebok Eurocamp de Treviso cumple esta función y permite que numerosos ejecutivos NBA se den cita durante los días que se celebra para chequear a los más prometedores jóvenes europeos.
La irrupción de los jugadores “internacionales” (como se conoce a los no estadounidenses en la NBA) dentro del proceso ha provocado grandes cambios desde mediados de los 90’. Lo inadecuado como sistema formativo de la NCAA (de eso hablaré en otra ocasión) ha hecho que especialmente los jugadores europeos hayan ganado un gran protagonismo. Alexander Wolff (periodista de Sports Illustrated) publicó un interesante
artículo sobre este tema en el que aporté algunas opiniones. La “fiebre” por los jugadores europeos, ignorados durante décadas, cobró un auge extraordinario tras la llegada de Dirk Nowitzki a la liga, provocando un auténtico alud de elecciones provenientes del viejo continente. En mi opinión (como le manifesté a Ian Thomsen también en
Sports Illustrated) se perdió absolutamente el criterio llegándose a escoger en posiciones altísimas a jugadores que no tuvieron ningún impacto en la NBA. En la actualidad creo que se ha normalizado la situación y después de haber comparado la evolución de los jugadores internacionales comparados a los procedentes de la NCAA, los equipos tienen ratios más fiables para evaluar el potencial de las promesas.
Otro fenómeno provocado por las carencias del sistema universitario ha ha complicado la selección en las últimas temporadas: los “underclassmen” o jugadores que se declaran elegibles antes de cumplir su ciclo universitario. Ello ha supuesto que se deba cubrir el seguimiento de competiciones de high school pero, sobretodo, hace que se tenga que tomar decisiones sobre individuos de una edad más joven, con lo que el margen de error es muy superior a cuando los escogidos tienen 22 años. Los europeos también se han apuntado a esta dinámica, aunque en algunos casos es producto simplemente de un interés comercial, ya que al declararse “early entries” figuran automáticamente en la lista oficial de la NBA, concitando la atención de las franquicias que se esfuerzan por conocer datos sobre cualquiera que aparezca en ella.
Hay numerosas páginas web y publicaciones dedicadas a realizar rankings pronosticando el orden final de las elecciones. Mi experiencia me dice que, excepto en las primerísimas posiciones, su fiabilidad es muy baja. De hecho hasta el mes de Mayo no se conoce ni el orden en que escogerán los equipos, lo que hace imposible una predicción acertada. La casuística del orden de elección puede hacer caer a un jugador muchas posiciones simplemente por el hecho de no entrar en las necesidades de determinados equipos. La historia está llena de sorpresas en la noche del Draft, especialmente recuerdo lo que me explicaba Arturas Karnisovas, que lo definía como uno de los días más tristes de su vida. Las peores expectativas le situaban al inicio de la segunda ronda, su familia se desplazó desde Lituania para asistir a la ceremonia y finalmente no apareció entre los escogidos.
La ceremonia del Draft es una gran acontecimiento retransmitido por televisión y que dura cerca de 3 horas. Los equipos, reunidos en sus cuarteles generales, están en contacto telefónico con los organizadores mientras sus analistas van escrutando como queda el escenario después de cada elección. En la primera ronda hay 5 minutos para tomar cada decisión, mientras que en la segunda se reduce a 2 minutos. Los intercambios y acuerdos entre franquicias hacen necesario estar muy concentrado para saber donde acabará jugando cada elección. Mientras tanto, el público que presencia la ceremonia en directo suele dedicarse a abuchear las decisiones de los equipos.
En unas semanas volveremos a vivir una nueva edición del Draft. Las expectativas sobre los jugadores que estarán sometidos a elección no parecen ser muy altas. Pero, a decir verdad, desde que estoy en contacto con quienes desarrollan el proceso cada año he escuchado aquello de “this is not a great generation”. ¡Esperemos que no se cumpla!