Fede Van Lacke
¡Sumérgete en la marea morada!
Fede Van Lacke  | 05.04.2009 - 00:00h.
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Fede Van Lacke  | 05.04.2009 - 00:00h.

Ahora que el baloncesto estonio empieza a emitir señales de optimismo a corto plazo gracias a una generación de jugadores cuanto menos ilusionantes, es buen momento para recordar uno de los grandes días de su historia. O, al menos, que ese día sirva de excusa para rememorar a una de las figuras capitales de ese baloncesto.

Y es que hace unos días, el 26 de agosto, se cumplieron 50 años de la victoria de la selección de Estonia sobre la selección USA, en lo que está considerado como uno de los momentos cumbres del basket en la pequeña república báltica. En aquella selección estadounidense destacaban jugadores como Cyrl Batipste, Thomas McMillen (que estaría dos años después en los Juegos) y, sobre todo en perspectiva, Paul Westphal y Julius Erving. Estonia, que el día anterior había perdido ante Lituania -lo que a la postre daría a los norteamericanos el torneo en un triple empate-, contaba con dos bajas sensibles, ya que Anatoli Krikun y Priit Tomson no pudieron disputar el torneo por estar concentrados con la selección de la URSS.

Pese a esas ausencias, y con el público de Tallin enfervorecido, Estonia se imponía por 88-82, rematando el partido con una espectacular segunda parte. El gran culpable de la hazaña sería Jaak Salumets, autor de 25 puntos incluyendo 10 en el tramo final del partido, así como de un providencial robo de balón al propio Doctor J.

Natural de Paide, lugar de nacimiento del padre de Hermann Hesse, Salumets comenzaría a dar que hablar llevando a Estonia a un increíble papel en la spartakiada junior, lo que a su vez le abría las puertas de la selección de la URSS que había de disputar el Europeo Junior de 1968 a celebrar en Vigo. Base de una personalidad y ascendencia sobre el grupo tremenda, el estonio era tan capaz de dirigir como de anotar cuando el equipo lo necesitaba. Así, tras un buen torneo, Salumets aparecía en todo su esplendor en la final ante Yugoslavia para con 33 puntos dar el título a los soviéticos. El conjunto plavi, que había llegado invicto a la final, contaba con jugadores de la talla de Jelovac, Slavnic, Solman o Simonovic.

Impactado por su actuación en el torneo y por el papel que comienza a mostrar en el Kalev Tallin, Gomelsky convoca a Salumets para disputar el Mundial de 1970, pero el jugador rechaza la convocatoria porque está en época de exámenes. Gomelsky, poco acostumbrado a las negativas, nunca se lo perdonaría y las puertas de la selección le quedarían casi de por vida vetadas. La excepción vendría, ya con Kondrashin en el banquillo, cuando Salumets era convocado en 1972, siendo el último descarte para los Juegos por una polémica decisión que muchos atribuyen a la mano de Gomelsky, y en 1973, donde formaría parte del conjunto que se llevaba la plata en el EuroBasket de Barcelona. Ese verano también sería convocado para el equipo que disputó la Universiada.

Fiel a los de Tallin, a los que llevaría a posiciones nobles, acabaría su carrera como jugador en 1979 apartándose del baloncesto durante casi un lustro. A su vuelta, y casi sin solución de continuidad, se hacía cargo del banquillo del Kalev Tallinn con el que haría historia, llevándolo a ganar la liga soviética de la temporada 1990/91, la primera que lograba un equipo estonio desde el título del Tartu en 1949. Aquel Kalev de impagable vocación ofensiva contaba con Tiit Sook y Aivar Kuusmaa como estrellas, siempre ligados por su posterior y particular nacionalización helena.

Sook había sido el base titular de la URSS en los Juegos de Seúl, mientras que Kuusmaa, uno de los mejores tiradores de su época, venía de una carrera peculiar en la que había pasado por Riga o incluso por los Youngstown Pride de la World Basketball League, donde había sido compañero de Mario Elie. Junto a ellos, Babenko, internacional con la URSS, ponía la eficacia en la pintura. Junto a ellos, y durante algunos meses, aquel Kalev se convirtió a su vez en el primer equipo soviético en tener un jugador norteamericano en sus filas: George Jackson. En la que quizás pueda considerarse como tal la última edición de la liga soviética, el Kalev acababa venciendo en la final por 2-0 al Spartak que dirigía el propio Kondrashin, que casi 20 años antes había sido el único apoyo de Salumets en la Federación. El propio entrenador estonio contaría, unos años después, que el abrazo que se dieron al finalizar el partido "fue mucho más que un simple abrazo, fue un abrazo de décadas de agradecimiento por mi parte postergado".

Aquel triunfo daría paso a su participación en la Liga Europea, donde los resultados no acompañaron pero volverían a dejar grandes anotaciones y alguna derrota increíble como la que sufrían en Bolonia con el inolvidable triple final de Zdovc. Un año después Salumets se ponía al frente de la selección, logrando superar el Preeuropeo de Wroclaw para colarse en la fase final del EuroBasket. Un EuroBasket que abrían venciendo a la anfitriona Alemania de Pesic, a la postre oro en el torneo, a la que endosaban 113 puntos, y donde conseguirian alcanzar los cuartos de final en lo que aùn hoy es el techo de la selección.

Salumets todavía habría de entrenar en Finlandia o en Lituania, donde haría campeón liguero al Zalgiris antes de vivir una segunda y exitosa etapa en los banquillos del Kalev, incluyendo la simbólica victoria ante la Australia semifinalista de los Juegos de 1996, y otra en la vida política, donde llegó a ser diputado nacional.



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Artículo publicado por Fede Van Lacke

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