Un mismo deporte y dos formas de abordarlo. Aunque el baloncesto mantiene su esencia a lo largo del mundo como disciplina colectiva en torno a la canasta, lo cierto es que dependiendo de la zona geográfica en la que se juegue es posible encontrar grandes diferencias en el modo de llevarlo a la práctica, y no sólo en la propia cancha sino también más allá de esta. Estados Unidos y Europa representan los dos grandes estilos, la espectacularidad frente a la discreción, el vértigo contra la estabilidad. A continuación, un repaso por los desencuentros más notables que se dan entre ambas corrientes baloncestistas.

El primer punto sobre el que merece la pena poner el foco es el relativo a la estructura de las competiciones. En Norteamérica la NBA cuenta con una liga profesional única en la que los equipos tratan de sumar el mayor número de puntos posibles en una temporada regular, contando además con una posterior fase de playoffs que sirve para determinar al campeón. Por su parte, en el territorio europeo cada país tiene su propio torneo nacional, y de forma paralela se organiza la denominada Euroliga, que es un certamen continental en el que participan los mejores equipos de cada liga. Estos suelen ser tan destacados como para liderar incluso los pronósticos en las apuestas deportivas online seguras, donde los usuarios no sólo disponen de multitud de cuotas y variables, sino del software de protección de datos más avanzado del mundo.

El germen y el desarrollo de la carrera deportiva de los jugadores son también distintos en ambos continentes. En Estados Unidos existe una cultura de formación que se inicia en los colegios de primaria, continúa en los institutos y llega hasta las universidades, que representan el último eslabón antes de acceder de forma directa a la NBA. Allí se encuentra la NCAA (Asociación Nacional de Atletismo Universitario), el organismo que actúa como trampolín para aquellos baloncestistas que destacan por encima del resto. La dinámica a nivel europeo no funciona del mismo modo, y es que aquí los equipos apuestan por formar a los jóvenes desde la cantera, con sus propios valores y pedagogía. Ahora bien, en los dos modelos se dan excepciones; los clubes tienen la opción de incorporar jugadores en el mercado de fichajes.

Esto conduce precisamente a pensar en otra de las diferencias, la concerniente al tope salarial. Las franquicias de la NBA no pueden gastar más dinero del permitido a la hora de pagar el sueldo de sus jugadores. Se trata de una medida que sirve para que los equipos de la liga norteamericana, con independencia de su músculo financiero, puedan competir entre ellos de una forma mucho más equitativa. Por contra, en el circuito europeo no se contempla una limitación de ese tipo, lo que provoca que sólo las entidades con fuerte capacidad económica puedan hacerse con los servicios de las grandes estrellas.

Toda vez que se sientan estas bases estructurales, toca prestar atención al ámbito exclusivamente deportivo, al reglamento, que es también otro de los aspectos en los que difieren Estados Unidos y el viejo continente cuando llega el turno de saltar a la pista. Si bien es cierto que a grandes rasgos el baloncesto se juega de la misma manera en los dos sitios, son numerosas las reglas que cambian de una competición a otra. Una de las más importantes es la que atañe a la duración de los partidos; en la NBA se juegan cuatro cuartos de doce minutos cada uno, mientras que en la Euroliga estos son de diez minutos.

Igualmente varía la distancia a la que se sitúa la línea de tres puntos, ya que esta pasa de los 6,75 metros del baloncesto europeo a los 7,25 del norteamericano. Tampoco es la misma la regla de los pasos que están permitidos sin botar la pelota; allí pueden darse hasta tres, aquí sólo un par de ellos. Por último, en cuanto a las expulsiones por faltas, cabe reseñar que en los torneos que se disputan en Europa los jugadores pueden acumular hasta cinco personales antes de ser expulsados, una menos de lo que se admite en el campeonato estadounidense.