Baloncesto de papel |
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Hace unos meses nos sorprendía la noticia de las quejas de la Federación Serbia por el supuesto robo de jugadores de categorías inferiores por parte de Turquía. Un hecho que tiene un calado mas profundo y del que este acontecimiento sólo es la punta del iceberg.
En España, hace un par de temporadas, también se destapó el caso de las nacionalizaciones fraudulentas, mediante el llamado “matrimonio express”, con casos como el de
McDaniel, base en aquella época del Unelco Tenerife. Pero son hechos que se vienen perpetrando en Europa tiempo atrás.
Primero debemos poner en contexto la situación que se produjo en el viejo continente a finales de los años 80 para entender mejor todo este movimiento. Con la disgregación del Bloque del Este estallaba una nueva Europa, con la aparición de nuevos países y demolición de antiguas asociaciones. Esto tuvo su repercusión también en el baloncesto: acontecimientos bélicos, pobreza, ansias de un futuro mejor... son licores de un mismo cóctel, el de todas las generaciones de jóvenes que crecieron en la adversidad y con un balón de baloncesto en sus manos.
Antes de esta época también podemos encontrar casos de exiliados durante la guerra fría, que aprovechaban algún compromiso de selecciones para no volver a su país pidiendo asilo. Caso como el de
Peter Rajniak, jugador del Farho Gijón de liga LEB, cuyo padre era estrella del basket checoeslovaco en los años 80 y se exilió junto a sus hijos, huyendo del bloque comunista. Ahora Peter es la estrella de la selección de Luxemburgo a pesar de haber nacido en Bratislava, capital de Eslovaquia.
Ahora pasaremos a explicar el tema que nos ocupa y que dejé entrever en mi anterior columna. Espero que la palabra sea capaz de iluminar tal galimatías de nombres, papeles, nacionalizaciones, nacionalizados y fraudes. Hablamos de los años 90 y encontramos distintos modos de poseer un pasaporte.
Primero podemos enumerar los jugadores yugoslavos que se marcharon a Grecia. Al estallar el polvorín de los Balcanes en 1991, los ojeadores griegos echaron sus redes sobre los jóvenes yugoslavos. El basket heleno empezaba a entrar en una época de bonanza económica y podía facilitar un futuro mejor a los talentos balcánicos. La única condición era la nacionalización. Siendo menores de edad y refugiados no era una tarea difícil.
Dentro del proceso y de cara a competiciones FIBA usaban la helenización de sus nombres para ser comunitarios a través de la Ley Bosman.
Tarlac pasó a ser
Konstantinidis,
Gurovic era
Malatras,
Marko Jaric se rebautizó como
Latsis ,
Stojakovic obtuvo el nombre de
Kinis y
Rasho Nesterovic empezó a ser conocido en sus primeros pasos como
Makris. Pero este cambio de pasaporte entró en confrontación con su rango de internacionales yugoslavos y no pudieron jugar con los plavi hasta la sentencia de 1998, antes del Mundobasket de Atenas. Así, los greco-serbios pudieron volver a participar con su selección.
Milan Gurovic
Los griegos en forma de selección no obtuvieron beneficio alguno, pero sus equipos se vieron reforzados. Caso por ejemplo del Olympiakos, vencedor de la Copa de Europa de 1997, que contaba en sus filas con
Tarlac,
Tomic o
Nakic. En la actualidad los jugadores serbios son considerados como comunitarios, pero eso sí, problemas de estas nacionalizaciones aún colean. Muchos de estos jugadores no pueden volver a Grecia, con la amenaza de ser prohibida su salida del país por incumplimiento del servicio militar, requisito adquirido a la hora de contraer la nacionalidad helena.
Pero aquí no terminan las maniobras helenas, porque otro punto es el trasvase de gigantes procedentes de las repúblicas soviéticas. Tenemos dos historias curiosas que envuelven a tres pivots. La primera historia pertenece al hoy conocido como
Iakovos Tsakalidis, center NBA. De origen soviético, nació con el nombre de
Alexei Ledkov en 1977, pero antes de llegar a Grecia pasó por la república de Georgia donde le cambiaron la fecha de nacimiento y el nombre. Se denominó como
Iakov Tsakalov, nacido en 1979 en la ciudad de Rustavi. Era el paso previo a su entrada en el basket heleno con el nombre de
Iakovos Tsakalidis. Este retraso de dos años en su partida de nacimiento le supuso un serio problema cuando se presentó en el draft de la NBA, ya que supondría la ilegalidad de la elección, pero al final se aceptó la fecha recibida en Georgia como la correcta y no hubo problemas más serios.
La otra historia nos sitúa en la ciudad de Krasnodar, al sur de Rusia. En dos años consecutivos nacieron
Alexei Savrasenko (1979) y
Lazaros Papadopoulos (1980). Etimológicamente, la ciudad de Krasnodar era conocida como Ekaterinodar, que significa “el regalo de Catalina” en honor a Catalina la grande. Y eso debieron pensar los griegos con semejantes gigantes, un regalo. Así pues,
Savrasenko pasó al equipo del Pireo, Olympiakos, con el nombre de
Alexei Amanatidis, mientras
Lazaros comenzó en las categorías inferiores del Iraklis de Salónica. Ambos jugadores juegan actualmente en Rusia.
Savrasenko ha vuelto a su forma original y participa en los campeonatos de naciones bajo la tricolor rusa, mientras que
Lazaros, de innegables raíces helenas, participa con el país donde creció baloncestisticamente, Grecia.
Otro tipo de nacionalizaciones acuden a términos de matrimonio o inmigración a dichos países de adopción, como los casos de
Fucka o
Radulovic con Italia o
Marko Pesic en Alemania. Pero continuemos con nuestra particular travesía. También encontramos dentro del crisol de culturas y religiones que era Yugoslavia jugadores nacidos en territorios de otros países pero jugando bajo una bandera distinta. Un ejemplo serian los jugadores del TAU,
Planinic y
Teletovic, ambos nacidos en la ciudad bosnia de Mostar. Mientras
Mirza juega para Bosnia,
Zoran lo hace en el país donde creció en esto del baloncesto, Croacia. Aquí la situación es más compleja y atiende a otro tipo de órdenes.
La siguiente parada nos llega cruzando el Egeo, Turquía. Nos vamos acercando a la resolución de la pregunta que dejaba en mi primera columna. Al igual que el basket griego, Turquía iniciaba una época dorada en su baloncesto, con bastante potencial económico a su disposición. Existen dos vías de nacionalización, una es entregar el pasaporte turco a estrellas consagradas o jugadores americanos para potenciar la propia competición doméstica, casos de
Sherron Mills, conocido como
Senol Sertan Mili o el de
Rickie Winslow, denominado
Resat Firinciglou. La otra, jugadores procedentes de los Balcanes con compromiso y usados en la propia selección turca, a diferencia de Grecia, huyendo de la guerra y en busca de un futuro mejor.
Procedentes del territorio en guerra y factoría europea de jugadores de baloncesto encontramos varios casos. Encontramos a
Mirsad Turckan, de origen bosnio y bautizado bajo el nombre de
Mirsad Jahovic. Nació en Novi Pazar, desde donde huyó a Turquía por motivos familiares relacionados con la guerra.
Al igual que
Ermal Kuqo o ahora
Kurtoglu. Nacido en 1980 en la ciudad de Korça, capital del sudeste albanés y antigua parte del imperio otomano, se convirtió en emigrante a la edad de 15 años. Su padre, Robert, y su tío, Arman, fueron dos históricos del basket albanes y de ahí procede la devoción de Ermal por este deporte al que se dedicó en su llegada a Turquía y le sirvió como método de adaptación al nuevo país. Dentro de Bosnia se dio el caso del robo por parte turca del prometedor
Asim Pascanovic siendo muy joven. Pívot del que se esperaba un futuro esplendoroso y que su carrera ha quedado en mucho menos. Es el que ahora conocemos como
Asim Pars. También levantó agria polémica en su momento, al igual que la noticia que daba pie a esta columna.
Un caso distinto es el de
Hidayet Turkoglu. En 1979 nacía en Estambul y es turco a todos los efectos, aunque su apellido fue readaptado al turco al igual que el caso de
Kuqo. Sus padres fueron emigrantes albanokosovares que se vieron forzados a huir a causa de la represión serbia en la época de Tito.
Y llegamos a una historia sorprendente y que se refiere a la pregunta que realicé:
Arsen Ilyasov. Una historia que puede ser un fraude, otra acción mercantil sin importar traficar con papeles y personas y de la que posiblemente ambas partes salgan beneficiadas. Movimientos ocultos en la administración, traspaso de fronteras y baloncesto, una historia interesante.
Ersan Ilyasova - Arsen Ilyasov
El 7 de Agosto de 2002 el gobierno de Tashkent, Uzbekistán, denuncia la desaparición de
Arsen Ilyasov, nacido en 1984. Un mes después, el 19 de septiembre de 2002, un ciudadano llamado Semsettin Bulut acude al Registro Civil de la ciudad de Eskisehir, al noroeste de Turquía, y dice que olvidó inscribir a su hijo hace 15 años, fijando su fecha de nacimiento en 1987. Le registró con el nombre de
Ersan Ilyasova, bendita casualidad, perdiendo tres años en el cambio de pasaporte. Así, el joven
Ersan, que cruzó la frontera y perdió tres años en el recorrido, destacó sobremanera en categorías inferiores y hoy en dia se trata del mejor proyecto del baloncesto turco, debutante en el pasado Mundobasket a la edad de ¿19? Años.
La FIBA, cuestionada en este caso, tuvo una decisión que dejó a la mitad. Aceptó la nacionalidad turca de
Ersan y la fecha de nacimiento de 1987, pero cambió su lugar de nacimiento pasando de la ciudad turca de Eskisehir a la capital uzbeka de Tashkent. Ni para ti ni para mí, triste término medio en un caso de semejante índole. Siempre quedará la duda, bastante clara para muchos, de la edad de
Ilyasova, pero la treta para conseguir un beneficio, para sacar provecho, es cuanto menos sorprendente.
Todo un juego entre países, historias marcadas por un sello, baloncesto de papel, gravitando alrededor de un documento que acredite la procedencia. Un documento artificial pero quien sabe si artífice de un futuro mejor en tantas familias. Vidas paralelas al baloncesto. Siempre quedaran anécdotas como la del estonio
Kuusma o del letón
Sokk en plena fiebre del documento. Decían que para conseguir el pasaporte tuvieron que admitir que eran descendencia de soldados-marineros-turistas helenos desplazados al frío Báltico. O el caso del macedonio
Naumoski y su colección de pasaportes.
Narmik Polat en Turquia,
Pezza en Italia y
Naumoski para el resto del mundo baloncestistico. Son anécdotas humorísticas en historias mas serias y, en ocasiones, verdaderos dramas humanos.
Todo un juego entre países, historias marcadas por un sello, baloncesto de papel, vidas paralelas al baloncesto.