Jueves, 2 de mayo de 2024
La Opinión


04.08.09 | José M. Zabía (3540 lecturas) [ Comenta el artículo ]
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Ricky Rubio: Quiere a su madre, ¿y?


Ríos de tinta están corriendo en estos últimos días (y meses) al respecto del ‘caso’ Ricky Rubio. A artículos de prensa, blogs y demás me remito si alguien quiere conocer y entender cuál es la evolución del caso como tal, y la decisión del jugador que pasa hoy por permanecer en su entorno cambiando de club, Barcelona en lugar de Joventut. Se ha convertido en un auténtico best-seller entregado por fascículos, apasionante en determinados momentos, intrigante en otros y que, cuando todo pase, seguramente dejará el poso de una imagen rota y un punto de pena por comprobar cómo la relación entre un club canterano y su figura más prometedora de recién mayoría de edad acabó estallando por los aires.


Sin desviarnos del asunto, en un caso tan complejo que lleva en el candelero tanto tiempo es normal que se disparen y desaten las opiniones, de todo tipo. Entre las últimas que leo estos días destaca la de Vicente Salaner, fenomenal articulista de, además de otras cosas algo más desconocidas para nosotros y en las cuales mantiene igualmente su tono ligero e incisivo, baloncesto. Habla Salaner de un pensamiento, también muy extendido entre la comunidad Internet en blogs y foros, de incomprensión al respecto de por qué Ricky es capaz de desplazarse a Minnesota y arguye la razón geográfica como motivo para no ir a Madrid, Málaga o Atenas.


Me convertiré en un humilde abogado del diablo.


Sin entrar en el hecho de que es absolutamente lícito que el chaval decida hoy no permutar su entorno, sí diré que además es absolutamente comprensible y totalmente compatible que hoy Ricky diga no a cambiar su residencia con el hecho de que todo lo que tuviera que decir el noi de Masnou ante la elección de los Wolves fuera que en Minnesota hacía demasiado frío y que no le apetecía ir allí. A poco que uno considere su decisión, puede llegar a entenderse.


Ricky no quiere ir a Minnesota. Ricky quiere ir a la NBA, que es un concepto diferente. Y Ricky por ir a la NBA es capaz de cambiar de entorno, de país y de vida. Porque la NBA es un concepto suficientemente atrayente desde un punto de vista económico, deportivo y competitivo como para que el jugador se plantee y acepte el cambio de ese entorno, dentro de los dieciocho años que aún tiene. Estar en la NBA conlleva aceptar Minnesota como moneda de cambio y Ricky no tiene opción alguna de plantearse dónde quiere estar. No puede preguntarse si el Masnou sigue respondiendo a sus intereses sino que en esa diatriba todo lo que puede aspirar a pensar es en otras cuestiones como encaje en el equipo, cuestiones contractuales y cómo desligarse de su relación con la Penya, etc. Lo que es Minneapolis, poco puede elegir.


(Merecería un artículo aparte, seguramente ya explicado hasta la extenuación, la pobre estrategia seguida por Rubio en lo que era, no olvidemos, su objetivo principal y primigenio que era poner un pie en la NBA. Los pasos seguidos pueden dar para todo un manual de torpes para torpes).


Ahora bien, si Ricky ha de quedarse en España, no tiene sentido aplicar los mismos parámetros geográficos a su decisión. Las falacias del estilo “si se quiere ir a Minnesota, ¿por qué no pone rumbo a Madrid o Málaga si va a cambiar igualmente de casa?” olvidan el hecho de que en esta ocasión Ricky sí tiene la sartén por el mango en cuanto a su capacidad de decidir dónde quiere ir. En el caso de la NBA es un “trágala”. El draft es una ceremonia que tiene estas cosas, a veces los jugadores no acaban donde querrían estar. En el caso de la ACB la decisión que ha tenido que tomar es una decisión que le permite, a relativa igualdad de salarios que le puedan ofrecer los diferentes aspirantes y capacidad de aspirar a títulos que entendemos que será también parecida, elegir quedarse en su entorno, que ahora sí que se convierte en una variable muy relevante en su decisión.


Antes el entorno no era componente de la decisión; ahora, por supuesto que pasa a serlo. Es algo lícito y perfectamente normal, diría incluso que inteligente, tomar esa variable como la más relevante. Perfectamente normal si pensamos en el estilo de vida del jugador, su edad y sus condicionantes vitales. No podemos comparar la decisión de Ricky, como se está haciendo en determinados medios, a la que tomaron, por ejemplo, Garbajosa o Jiménez cuando eligieron Málaga. Las condiciones vitales de una persona con 27 años, con pareja y con una mucho menor dependencia del entorno familiar, son muy diferentes de la del jugador a quien ni siquiera el avión o el AVE pueden hacer reemplazar lo que es seguir creciendo desde un punto de vista humano, a la par que seguir compitiendo.


Sin embargo, el planteamiento de Rubio da que pensar. En su caso, nos encontramos ante un jugador que por condiciones podría hacer historia. Mi percepción, ésta sí que es muy personal y subjetiva sobre Ricky, es que es un jugador que podría ser AllStar NBA después de unos años de adaptación a la Liga y quién sabe si cabeza importante en algún equipo que aspire al anillo. Concibo un Ricky que podría llegar a ser un AllNBA Team en algún momento de su carrera. Condiciones no la faltan y podría ubicarse en una lista de bases excelsos que han pasado por América. Un Nash de 18-13 en determinados momentos de su carrera, triples dobles como Kidd, etc. Por soñar, que no quede.


En ese contexto, me resulta sorprendente que la decisión de Ricky no parezca haber tenido en consideración el crecimiento deportivo como parte relevante de su decisión. Ricky tiene ahora mismo a su disposición ser entrenado por dos de los mejores coaches europeos como son Aíto García Reneses o Ettore Messina. Sintiéndolo mucho por Xabi Pascual, a quien no puede uno dejar de reconocer su mérito en haber conquistado la Liga del año pasado y haber llegado a F4, que por mucha plantilla que se tenga, se debe conseguir, da la impresión de que si Ricky hubiera querido afianzar aún más su desarrollo deportivo y no hubiera tenido como mayor condicionante el conservar su entorno, le hubiera venido muy bien estar un año o dos en Madrid o Málaga.


Teniendo entendido que el Madrid tenía un acuerdo con la Penya, como confirmó el propio Villacampa el pasado sábado en la SER, se pudo ver cómo Ricky decía no a poder ser entrenado por Ettore Messina, que posiblemente, salvo para su mujer y adeptos a otro monstruo del baloncesto como es Zeljko Obradovic, sea el mejor entrenador que hay ahora mismo en Europa. Sorprende relativamente que el chaval haya dicho de forma tan clara y tajante “no” a dicha opción.


Lo mismo es, si uno acaba pensándolo de forma fría. Un jugador tan bueno, con un futuro tan esplendoroso y de esos de los que sale uno cada bastante tiempo no necesita mucho más a día de hoy que un buen entrenador de tiro para acabar su progresión y evolución que le llevará, siempre que las lesiones lo respeten, a hacer carrera en la NBA. Y aunque dicha carrera no llegara, nunca podríamos olvidar haber asistido, de forma directa y en nuestro país, a una de las eclosiones más excitantes de los últimos tiempos sólo equiparable, quizás, a la de un jovencísimo Rafael Nadal en 2004.


No nos queda más, pues, que no despegar los ojos del televisor o la cancha y seguir asistiendo a la magia del noi, allá donde decida acabar y de la forma en que decida hacerlo.



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