Las Historias de Sunara: Mónaco, Ronen Ginzburg y los pasos atrás
Aunque como espectador no es un equipo que me apasione (y no lo digo solo por sus crestas amarillas), no cabe duda de que el Mónaco es uno de los clubes con un proyecto más interesante en estos tiempos. Con bonanza económica, sí, pero sobre todo con una idea clara los del Principado han ascendido tres categorías en un lustro; el año pasado ya fueron semifinalistas en la Pro A y éste parece claro que van un paso más allá.
Líderes claros en Francia con un balance de 14 victorias y dos derrotas, hacen lo propio con solvencia en su grupo de Champions, pese a ser probablemente el más duro del torneo. Sin grandes individualidades, aunque ahora han firmado a John Bryant y aunque a mí Ouattara me parezca un fuera de serie, el conjunto de Mitrovic destaca sobre todo por ser una apisonadora defensiva en sus mejores momentos. Tanto que, por momentos, parecen un equipo en ese sentido de Euroliga.
Con esas credenciales llegaban esta semana a Nymburk: 11-1 de balance en Champions, siete victorias seguidas allí y otras cinco (todas de más de 14 puntos de ventaja) en Francia. Los monegascos aterrizaban allí donde el Mrlina desemboca en el Elba y las casas de apuestas pagaban en torno a 3 euros por euro apostado por su victoria. ¿Extraño? Pues no. Porque allí, en ese rincón al este de Praga, en esa ciudad de apenas quince mil almas hay otro equipo que sigue haciendo historia y que todavía no sabe lo que es perder en su feudo, marchando con un espectacular 12-4 (derrotando con solvencia al Mónaco) en esta Champions. Un equipo que ascendió a la primera división en el año 2000, fue subcampeón ya en 2003, que ahora lleva nada menos que 13 ligas consecutivas y que, pese a eso, está haciendo el mejor baloncesto de su historia. Se podría hablar de su acierto con los estadounidenses, la suerte de haber podido retener a Sant Ross, hablar de un Hruban que está de dulce... pero sobre todo hay que hablar del tipo que los entrena: Ronen Ginzburg.
Hablar del basket israelí suele llevar a acordarse del Maccabi o de la plata del 79 en el EuroBasket, pero pocas veces nos acordamos de su escuela de entrenadores: una de las más peculiares del mundo FIBA y que por ejemplo en el EuroBasket 2009 llegó a contar con cuatro seleccionadores (Israel, Rusia, Bélgica y Bulgaria, contando a Blatt como israelí en cuanto a escuela de entrenadores). Una de las cosas que les caracteriza es su continua formación y la ausencia de reparos en dar teóricos pasos atrás. Nadie va a dudar hoy de la categoría de un David Blatt finalista con los Cavs y campeón de Europa de clubes y de selección con Maccabi y Rusia. Pues bien, como tantos otros en ese basket, Blatt pasó de asistente de Gherson a primer entrenador y no tuvo problema después en volver a ser asistente en otras dos etapas... la última de ellas un año después de haber colado como entrenador jefe al Maccabi en la Final Four de 2002.
Tras pasar casi un lustro a muy buen nivel como primer entrenador del Hasharon, Ginzburg, que como jugador se había formado en la NCAA, no tuvo reparos en irse de asistente al Nymburk durante cuatro años. Lo que sigue es bien conocido, con tres temporadas maravillosas (de resultados, pero sobre todo de juego y sensaciones) ya al frente del equipo, un paréntesis y ahora una segunda etapa todavía más lustrosa. El mismo tipo que en Lille logró meter a la República Checa en cuartos de final del EuroBasket. En definitiva el mismo tipo que a mí me parece el entrenador más infravalorado de Europa.
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