Las Historias de Sunara: Blagoja Georgievski |
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Ayer fallecía Blagoja Georgievski, uno de esos jugadores de la segunda oleada yugoslava de los 70 hoy un tanto olvidados, pero con una carrera extraordinaria.
Tras su independencia, una de las señas de identidad de Macedonia ha sido su gran nivel en el puesto de base, donde, sin contar a McCalebb, ha tenido a gente de la talla de Stefanov, Naumoski, Ilievski o actualmente con lo alto que apunta Nenad Dimitrijevic. Pero curiosamente en los 70 y 80 ocurría todo lo contrario y la de base era quizás la posición donde menos jugadores se generaban. La excepción la encarnó el propio Georgievski.
Natural de Skopje y de gran precocidad, pertenecería durante tres lustros a la disciplina del Rabotnicki en los mejores años de la historia del club. Rápido, de una técnica individual exquisita y una visión de juego sobresaliente, en su caso el tópico de adelantado a su época es más que justo. A las ordenes principalmente de una leyenda como Lazar Lecic, Georgievski dirigió en la pista a un equipo por el que pasaban jugadores de la talla de los hermanos Lukovski (padre y tio de Dragan, quien fuera campeón del mundo en 1998 con Yugoslavia), Steruli Anonovski, Dragan Radosavljevic o Vladomir Bocevski. Una rara avis en la república con probablemente menos estructura baloncestística de las seis que componían Yugoslavia. Un equipo tenaz, competitivo y que durante años consiguió hacer de su pista un fortín casi inexpugnable. Una pista que en su día Cosic calificaría como "la más dura del mundo". Un equipo que no sólo lograba mantenerse en la Prva Liga, sino que en hasta en tres ocasiones alcanzaba el quinto puesto liguero (1971, 72 y 75). Fuera de la Liga, en la 1975-76 el cuadro macedonio lograba incluso meterse en la final copera, cayendo finalmente ante el Radnicki.
Un año antes el Rabotnicki había alcanzado las semifinales de la Recopa de 1976 cayendo ante el Milan, que luego ganaría el título ante el Aspo francés de Jean Michael Senega. Un cuadro galo que, a su vez, venia de eliminar al Estudiantes en una eliminatoria donde los del Ramiro estuvieron a punto de remontar en la vuelta los 26 puntos de desventaja de la ida con 36 de Gonzalo Sagi-Vela para un +24 final en un año de enormes remontadas de los colegiales. Ese Milán campeón con Pippo Faina en el banco y Sylvester, Robbins o Borleghi en la pista.
Aquella semifinal de Recopa probablemente sea uno de los recuerdos más agridulces de Georgievski, ya que en la ida una intoxicación alimentaria le dejaba a él y a Radosavljevic (los dos grandes puntales de los de Skopje) fuera del partido. Milán aprovechaba la situación y sumaba un +23. En la vuelta, ya recuperados, Georgievski se iba hasta los 32 puntos y junto a los 26 de Radosavljevic y los 23 de Kovacevic soñaban con la machada. Finalmente la victoria por tan "sólo" 15 puntos era insuficiente.
Pero no sólo el Rabotnicki gozó de la presencia del mago macedonio. Aún partiendo de tan modesto baloncesto, Georgievski llegó a alcanzar la selección yugoslava. Su primer gran contacto llega de la mano del propio Lazar Lecic en el EuroBasket Junior de Atenas, donde Yugoslavia alcanza las semifinales con Georgievski como segundo máximo anotador del equipo. Ese mismo año, en Rijeka, suma el oro en los Juegos de los Balcanes junior. Tan sólo un año después el base macedonio ya forma parte de la absoluta yugoslava que a las órdenes de Ranko Zeravica suma la medalla de plata en el EuroBasket de Alemania... y el oro en los Juegos Mediterráneos de Izmir, en los que el base macedonio forma pareja exterior con Kicanovic.
Un año después, en Sarajevo, de nuevo a las órdenes de Zeravica y al lado de jugadores como Cosic, Solman o Plecas suma un nuevo oro balcánico imponiéndose en la final a Grecia por un contundente 113-83. Aunque con resultado final más amargo, ese mismo año Georgievski disputa los Juegos de Munich, en lo que será su última aparición en la selección durante un tiempo. El servicio militar y una inoportuna lesión le apartan de la élite durante unos años, pero en 1975, y a las órdenes de Novosel, Georgievski vuelve a sumar el oro en los Juegos del Mediterráneo.
Con todo, todos esos éxitos habrían de quedar en anécdota cuando en 1976 forma parte de la Yugoslavia que se cuelga la medalla de plata en los Juegos de Montreal. Una medalla fundamental en la historia de los plavi (quien quiera más detalles puede leerlo aquí: Las Historias de Sunara: Liberación yugoslava en Montreal) y que sería el último gran momento a nivel selección del base macedonio.
En 1984 anunciaría su retirada, y a su despedida en Skopje acudiría una selección formada por jugadores como Delibasic, Cosic o Dalipagic. Sería formador de jugadores (no son casualidad algunos de los nombres citados al principio), entrenador del MZT y en 2004 abanderado macedonio en los Juegos de Atenas. Ayer, en su Skopje de toda la vida, fallecía en un accidente de tráfico. Descanse en paz quien fue una parte indispensable del baloncesto macedonio, yugoslavo y europeo. ¡Sit tibi terra levis, genio!