Las Historias de Sunara: Recordando a Fréderic Forte
Ha fallecido Fréderic Forte, actual presidente del Limoges y, en su día, un jugador que despertaba en mi una curiosa paradoja. Exponente de una época y un estilo de juego en las antípodas de mis gustos personales, el francés era, pese a todo eso, uno de esos tipos al que adoraba ver jugar, ese villano necesario para que el juego esté completo. Un base aseado, con facilidad para dormir los partidos, inteligente atrás y fiable en el tiro exterior cuando la cosa se calentaba.
Natural de Caen, se formó en el INSEP y debutó profesionalmente en su casa con el Caen Basket Calvados (¿puede haber un nombre más bonito para un equipo?). Navegando hoy en la Pro B, en tiempos recientes quizás sea el paso de Nico Batum el que sitúe al equipo en el imaginario colectivo, pero estamos hablando de un club con bastante solera. De hecho, a finales de los años 70 Caen fue subcampeón liguero en dos ocasiones con el fantástico Verove en la batuta y semifinalista de la Recopa de 1978, donde caían ante la Virtus de Dan Peterson. Con todo, el salto del club había llegado unos años antes con la presencia en el banquillo de Djorde Andrijasevic, un tipo hoy semiolvidado pero del que habría mucho que hablar (6 veces campeón de liga como jugador con el Estrella Roja, de Copa como entrenador en el mismo Crvena, internacional con Yugoslavia en Europeos y Mundiales... y padre absoluto de aquella maravilla parida en Vichy).
Forte sólo estaría un año en Caen, lo suficiente para llamar la atención de los grandes y recalar por primera vez en Limoges en la temporada 1988/89. Un Limoges que en esos años 80 ganaría seis ligas, dos Korac (ambas ante el Sibenka de Djurovic) y una Recopa, amén de ser finalista en otra Korac y de meterse en la Final Four de 1990. Con todo, esa primera experiencia no sería del todo positiva, y Forte salía rumbo a Gravelines para disputar dos temporadas tremendas y así volver por la puerta grande a Limoges. Ese nivel le llevaba a entrar en la selección gala que disputaba el EuroBasket de Roma 1991, en el que aquella Francia caía en semifinales ante Yugoslavia, el día que Zdovc se marchaba de la concentración. Una Yugoslavia que al día siguiente sumaba el oro con Toni Kukoc como MVP. El resto es historia.
Y es que dos años después Forte tocaba el cielo (sus tres triples en la semifinal ante el Madrid ya lo habían acercado), precisamente con Zdovc como compañero y precisamente con Kukoc como rival. Una final simbólica, que encumbraba a Limoges como campeón de Europa y le hacía símbolo de un estilo. Un estilo que su técnico, Boza Maljkovic, ya había explotado en Split aunque la acumulación de talento allí reunida alejó a eso que se llama imaginario colectivo de esa etiqueta. Una final icónica, el último partido europeo a nivel de club de Kukoc y el pique final entre Skansi y Maljkovic... en una historia que había nacido 15 años antes con la destitución del primero. Una final donde la imagen, simbólica como pocas, no era un triple, un mate o una asistencia sino un robo de balón. Uno decisivo, uno equivalente (en otro estilo) al de Bird en el Garden. Uno que marcaba los tiempos. El robo, preciso en forma y tiempo, de Forte a Kukoc que sentenciaba la final. Imposible no odiar al de Caen en ese momento, como imposible no sería reconocerle luego. Dos años después, aunque con mucho menos en juego, Forte repetiría, en el EuroBasket de Atenas, el mismo robo ante un Kukoc que no podía evitar en ese momento sonreír. Un Europeo que sería su último gran torneo con Francia y donde había arrancado midiéndose a Zdovc en una suerte de cierre de rueda.
Forte seguiría unos años en Limoges, llegaría a otra Final Four y probaría suerte en Grecia e Italia antes de volver a Francia, destapándose en momentos concretos (Iraklis y Strasbourg sobre todo) como un más que notable anotador. Se retiraría en Limoges como Presidente-jugador, llevando en la primera faceta al equipo de la tercera división al título. Se va con tan sólo 47 años, pero con un puñado de títulos, el regusto de tipo grande para unos cuantos y el protagonismo de la imagen más potente y definitoria del baloncesto europeo en los años 90. No es poca cosa para un tipo sencillo de Normandía. En breve caerá un buen sorbo de Calvados en su honor.
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