Vigente campeona del EuroBasket, Eslovenia llega a Tokyo en lo que va a ser su debut olímpico, cerrando así una de las grandes cuentas pendientes que su Kosarka arrastraba desde aquella derrota en Zaragoza ante la CEI en 1992.
Con siete supervivientes del oro europeo, el trayecto en estos cuatro años ha distado de ser lo estable y continuo que el dato en sí podría hacer suponer. Entre medias, el cambio en el banquillo, las ausencias y una trayectoria errática dejaron al conjunto esloveno fuera del Mundial, pudiendo acceder al Preolímpico con una de las wild card concedidas por la FIBA en base a su ránking. Y es que, en cierta forma, bien puede decirse que Eslovenia le debe su presencia en los Juegos al oro de 2017.
Relevado Trifunovic y caídas las intenciones de firmar a un técnico internacional de prestigio tras negociar con Dimos Itoudis o Xavi Pascual, la selección quedaba en manos de un Aleksandar Sekulic que, en condición de interino, lograba la clasificación para el próximo EuroBasket, siendo poco después confirmado como seleccionador a tiempo completo. Ex asistente de Kokoskov, pero consciente de la dificultad de replicar el modelo del entrenador serbio, Sekulic apostaba por un giro de estilo, retomando, en cierta forma, el modelo de Maljkovic en 2013: agresividad, mucha presión al balón en primera línea y mucha velocidad en la transición.
Con esas premisas, Eslovenia enfilaba el Preolímpico con aspiración de pelear por una plaza, y los ánimos se multiplicaban al conocerse la presencia de Luka Doncic. La temprana eliminación de los Mavs en los playoff ante los Clippers permitía a Eslovenia contar con su estrella y con ella disparar sus opciones. A la presencia de Doncic se unía la nacionalización de Mike Tobey, llamado a cubrir la lesión de Morgan ante las recurrentes dudas con Alen Omic. Así, y pese a contar con un juego interior escaso -siendo generosos-, Eslovenia se plantaba en el Preolímpico lituano ambiciosa y buscando la alquimia entre la agresividad y velocidad exterior mientras, a la par, bailaba en el estático al son de la partitura de Doncic. Los resultados no tardaban en darle la razón, y tras una primera fase y semifinales brillantes los eslovenos certificaban su pase a Japón en una final casi impoluta, con un Doncic dominador y siendo capaces de explotar la falta de generación exterior de los locales, así como su obsesión por mantener la jerarquía en su pareja interior.
Así, con los mismos 12 jugadores que lograron el pase, y pese a que durante unos días planeó la posibilidad de una vuelta a la selección de Goran Dragic, y sin haber poder cerrar ningún amistoso previo al torneo, Eslovenia llega a Japón con la intención de mantener la frescura mostrada en Kaunas y sin renunciar a seguir haciendo historia.
A la espera de ver cómo se gestiona el parón entre ambos torneos, no parece que los de Sekulic vayan a cambiar gran cosa de su propuesta. Con Doncic como eje central ofensivo bien directamente o bien con su inagotable capacidad de generación, Eslovenia volverá a buscar en el ritmo su mejor aliado. Agresiva en defensa con la pareja Blazic-Dragic en la primera línea, esa disposición permite a la escuadra ex yugoslava esconder un tanto a Doncic en defensa, hundiéndole para ayudar al juego interior y salir en numerosas ocasiones en transición bien sea por robos directos o bien con el propio jugador de Dallas capturando el rebote e iniciando así la transición. A su vez, la apuesta por explotar a Blazic y Dragic en la primera línea no sólo sirve para morder en defensa, sino también para que el equipo aumente su ritmo. De ese ritmo se retroalimentan el ataque y los espacios y, con ellos, un acierto exterior que a priori aparecía como una de las carencias del equipo y que ha acabado siendo una de las armas más decisivas en el notable desempeño esloveno. Más ritmo, más espacios y menos dudas en los ejecutantes. Cuando eso falla, la vuelta a lo que genera Doncic sigue manteniendo un caudal que asegura que Eslovenia se va a mover en guarismos ofensivos altos.
Con Prepelic reservado a la segunda unidad -pero con galones absolutos cuando entra-, la otra gran garantía de Eslovenia ha sido la pareja interior Cancar-Tobey. Con el estadounidense integrado a la perfección y creando una conexión con Doncic casi inmediata, el paso adelante del de los Nuggets tanto en lo físico como en lo ofensivo aporta una dimensión notable al juego esloveno, aunque queda comprobar si su gran momento en el tiro es pasajero o coyuntural. Con Nikolic, Hrovat o Muric dando buenos relevos en lo que a intensidad se refiere, las grandes dudas de Eslovenia pasan por lo corto de su juego interior y la capacidad para sobrevivir en partidos de 5x5 y mucho contacto, en especial si Doncic no mantiene la cabeza fría. La dosificación de éste y la gestión de las faltas de los interiores pasan por ser dos claves que pueden marcar la diferencia en las aspiraciones de un equipo que por calidad debería estar en cuartos pese a la dureza de su grupo y que, incluso, en función de quién sea su rival bien pudiera soñar con alcanzar las semifinales. Si mantiene la pulsión en el tiro, lo que por otra parte se antoja complicado, y logra mantener su "mojo", el sueño de seguir avanzando puede no ser tan utópico.
LOS JUGADORES
Por el camino que vamos casi cualquier cosa que se escriba sobre Luka Doncic puede sonar a exagerada y, a la vez, corre el peligro de quedarse inmediatamente corta. Dominador absoluto en el Preolímpico de Kaunas, Doncic se ha convertido en el líder absoluto de una selección en la que dirige, anota y genera con inusitada facilidad. Poco activo en el tiro durante el Preolímpico, el de los Mavs dominó a su antojo buscando el aro, sacando 2x1 y generando juego como quien respira. Dosificado en defensa y siempre bien escoltado de al menos dos jugadores atentos a las ayudas, su presencia en el rebote y su ascendencia le convierten en una de las sensaciones de unos Juegos donde, Kevin Durant aparte y con el permiso de Damian Lillard, probablemente no haya otro jugador de su nivel. Invicto aún con la camiseta eslovena en partido oficial (aunque su trayectoria sin campeonatos oficiales en inferiores es curiosa), Doncic deberá gestionar su impacto, su selección en el tiro y, en especial, su capacidad de mantenerse frío cuando los partidos se pongan trabados. Si lo logra, nadie debería descartar que estemos ante otra página en la biografía de un tipo que sigue devorando etapas a un ritmo imposible.
Principal relevo en los escasos descansos de Doncic y puntual compañero de perímetro cuando Sekulic apuesta por hacerle descansar en pista de la dirección, Aleksej Nikolic llega a los Juegos en un momento en el que recuerda al de su EuroBasket 2017. Con más vaivenes de los deseados en su carrera a nivel de club, Nikolic, que fue el último en llegar a la concentración preolímpica, sigue asegurando en la selección relevos de garantía en la dirección, apretando en defensa y siendo cada vez más valiente en el tiro. De enorme personalidad y querencia por aparecer en los momentos clave, pasa por ser uno de los termómetros de la segunda unidad.
Con un papel, a priori, más de revulsivo, Luka Rupnik parte como tercer base. Rápido en campo abierto, imaginativo, creativo y con ramalazos de genialidad en el pase, el del Olimpija puede ser una solución para momentos de atasco ofensivo. Irregular en el tiro y en la toma de decisiones, suple su falta de físico con una actitud impecable.
Tras firmar una temporada sobresaliente en el Olimpija, Jaka Blazic está consiguiendo trasladar su juego a la selección, siendo además capaz de dar un paso atrás en jerarquía ofensiva a cambio de volver a ser un estilete defensivo en la presión a hombre con balón o las líneas de pase. Imparable en campo abierto y de impecable empeño en los esfuerzos, Blazic sigue sin ser clarividente en el estático, pero a cambio ha dado un paso adelante cualitativo y cuantitativo en un tiro exterior que no hace mucho era un problema y ahora ha pasado a ser casi una virtud. Sin alma ni tacto de tirador, su mayor confianza, su mejorada rapidez de ejecución y su decisión para tomar tiros complicados le han llevado a un nuevo estatus como jugador.
Con rol de jugador principal, Klemen Prepelic ha sabido adaptarse a un nuevo papel tras años de ser fundamental en la selección. Partiendo desde el banco para no penalizar en exceso defensivamente la endeblez de Doncic y a la vez dar oxígeno ofensivo a la segunda unidad, Prepelic, ya recuperado de sus problemas cervicales, mantiene el idilio con el aro de sus últimos veranos con la selección. Principal especialista del equipo en el tiro exterior, el jugador del Valencia maneja a la perfección el 2x2, lo que le convierte en el principal motor de la generación de juego en el ataque estático de Eslovenia cuando no está Doncic en pista. Con facilidad innata para leer el pick and roll, su buena visión de juego y su rango de tiro son puro oxígeno para una segunda unidad nada sobrada de desborde individual y creatividad en el juego de 5x5. De selección en ocasiones cuestionable a primera vista, su desparpajo y capacidad de levantarse en cualquier forma pueden ayudar a romper cualquier partido.
Ausente por lesión en el oro de 2017, la vuelta a la selección de Zoran Dragic ha dado otro impulso al nivel defensivo y la agresividad exterior del equipo de Sekulic. Capaz de alternar el 2 y el 3 o de difuminarse posicionalmente con Blazic, Dragic mantiene su extraordinaria actividad en defensa y en la transición. Un tanto obcecado en ocasiones al buscar el aro en las penetraciones, posee una verticalidad que en muchas otras da alas al equipo. Lejos de ser un especialista en el tiro exterior pero al menos convertido en un lanzador mucho más decidido, "Zoki" pasa por ser uno de los líderes del equipo.
Un poco infravalorado y tapado por unos compañeros de características similares pero mayor trayectoria vital, Gregor Hrovat sigue dando pequeños pero firmes pasos en su consagración como un jugador de primera fila. Todoterreno absoluto, sin destacar en nada concreto cumple en funciones defensivas, tiene cierta capacidad de ruptura en el 1x1 y con espacios puede lanzar de fuera. Con pocos minutos dada la competencia, su capacidad de rendir en frío ha de ser un plus en Tokyo.
Clave en la clasificación, Vlatko Cancar aparece como una de las grandes referencias de la nueva Eslovenia. De evidente transformación física, las ausencias interiores le han llevado al cuatro a tiempo completo e incluso a tener que parchear en momentos concretos como cinco puro. De buena lectura del pick and roll defensivo, su tamaño y su correcta movilidad facilitan el cierre de espacios, mientras que en ataque ha ido ganando eficacia en la transición y tacto en las cercanías del aro. De gran ayuda en el rebote, su acierto en el tiro exterior fue una de las claves del éxito esloveno en Kaunas. Con mucho aún por consolidar en ese aspecto, si logra mantener esa amenaza puede entrar en una nueva dimensión.
Definitivamente reciclado al puesto de 4, Edo Muric ejerce de capitán de una selección en la que ya ha entrado en el Top 10 de jugadores con más internacionalidades. Notable en el rebote y poseedor de una energía en el juego notable, Muric pasa por ser una de las figuras más relevantes en la defensa eslovena. Explosivo en ataque y feliz en la transición, su tiro exterior sigue siendo altamente irregular, aunque sus prestaciones mejoran cuando ejerce de cuatro al disponer de mayor tiempo para su ejecución.
Tras una temporada dura en la que una lesión en el inicio le apartó de Trieste, Jakob Čebašek ha completado una recuperación fantástica que primero le permitió ser importante en el Dinamo de Bucarest en la segunda mitad de temporada y hacerse un hueco entre los 12 de Eslovenia. Recientemente firmado por Leuven, donde su carrera debería tener un espaldarazo, Čebašek pasa por ser un alero de buena lectura táctica, excelente ocupación de los espacios y sólida capacidad de tiro que, por las circunstancias, ejerce en esta selección como cuatro ante la carencia de jugadores específicos. Fondo de armario en esta Eslovenia, su buen talante y la facilidad para jugar sin balón le convierten en un perfecto socio para Doncic en las esquinas en los momentos que disponga.
Tras la lesión de Morgan y las dudas en torno a un Omic aún dolido tras la nacionalización de Randolph en 2017, Mike Tobey ha acabado por ser el elegido pasando a ser el tercer estadounidense que disputará una fase final con Eslovenia tras el propio Randolph y Ariel McDonald. De inmediata adaptación, Tobey pasa por ser probablemente el segundo jugador más importante del equipo en parte por su calidad y en parte por el solar interior. Grande pero algo falto de motor, su buena sintonía con Doncic en las finalizaciones o abriéndose para el triple le permiten sumar con una facilidad aún mayor de la ya habitual). De buenas manos y serio atrás, debe cuidar las faltas "evitables", pues de su presencia en pista depende buena parte de la suerte eslovena.
Campeón en 2017, Ziga Dimec aparece como único recambio interior pero con una carrera que no ha acabado de despegar. Serio y sólido, la falta de movilidad y sus carencias ofensivas condicionan sus minutos en pista. A cambio, el pivot del Krka aporta al menos tamaño, paciencia en las continuaciones y conocimiento de sus limitaciones.
EL ENTRENADOR
Aunque los focos tras el pase a los Juegos se fueran -evidente y lógicamente- a Luka Doncic, es justo reconocer el enorme trabajo desempeñado por Aleksandar Sekulic. Creando un entorno de mucha química, dejando espacio al liderazgo de Doncic pero recuperando parte de la esencia de la selección anterior a la (exitosa) etapa de Kokoskov y todo ello con una vocación ofensiva en la transición, agresiva en la línea exterior y con la capacidad de esconder a Doncic muchas veces en el fondo para minimizar sus problemas defensivos y a la vez sumarle al rebote. Algo que por un lado ayudaba a darle aire, favorecía que entrara antes en contacto con el balón y, a la vez, contribuía a paliar un poco los déficits de un juego interior bastante corto.
La apuesta por explotar a Blazic y Dragic en la primera línea no sólo servía para morder en defensa sino para que el equipo tuviera ritmo, y de ese ritmo se retroalimentaba el ataque y los espacios y, con ellos, el acierto exterior. Un acierto exterior que, a priori, aparecía como una de las carencias del equipo y que ha acabado siendo una de las armas más decisivas. Más ritmo igual a más espacios y menos dudas.
Pero más allá de consideraciones tácticas, grupales o estéticas (yo al menos como espectador he disfrutado una barbaridad de esta Eslovenia), sobre todo me alegra la reivindicación de un entrenador que no lo ha tenido fácil. No sobra recordar ahora que, fracasadas las conversaciones con Itoudis, a Sekulic se le nombraba seleccionador a principios del pasado noviembre, justo antes de las ventanas y recalcando su condición de “interino”. Solventadas con éxito de resultados y de juego y demostrada la personalidad propia, la idea de la Federación era volver a intentar la contratación del técnico del CSKA o, en su defecto, de Xavi Pascual. Entre agendas y economías aquello no fue posible y el 6 de mayo, al fin, Rasho Nesterovic confirmaba a Sekukic como seleccionador con todas las de la ley, cerrando una primera etapa de una carrera singular.
Natural de Ljubljana, Sekulic comenzó su formación en la Escuela de Deportes de Belgrado, algo que a los que somos un poco frikis de las historia del baloncesto yugoslavo nos trae unas reminiscencias fantásticas. Admirador, entre otros, de Ranko Zeravica -lo que denota un gusto exquisito-, Sekulic comenzó a trabajar como entrenador con tan solo 18 años. Con 25, en 2004, ya era asistente en el Slovan. Estaría dos años en esa función, alternando con trabajos de desarrollo individual antes de coger definitivamente al primer equipo ya como técnico jefe. Antes, en aquel 2004, había sido clave en la llegada al club de un prometedor base… un base que aterrizaba desde el Ilirija y que respondía al nombre de Goran Dragic. Un base con el que trabajaría la técnica individual y del que sería su principal valedor para que Goran entrase en la absoluta para el Mundial de Japón.
Tras aquella etapa, Sekulic pasaría por varios equipos hasta llegar al Krka, al que acabaría por hacer campeón liguero y donde tras ese éxito no tendría inconveniente en volver a ser asistente. Tras Novo Mesto, pasó por la maravillosa Skoja Lofka, por Koper, entró definitivamente en la órbita de la selección como asistente y como primero en inferiores y el año que viene dirigirá al Nymburk en su primer, y seguro que no último, plato fuerte internacional.
DATOS, CLAVES, CURIOSIDADES…
HISTORIA: De resultados extremadamente regulares durante años, hablar de Eslovenia antes de un torneo tuvo durante un largo tiempo algo de contemplación del mito de Sísifo. Cada vez que el equipo esloveno parecía estar en disposición de dar el paso definitivo, la bola volvía a rodar cuesta abajo en forma de renuncias, lesiones o pájaras en el momento decisivo. Cerrada la herida con el improbable y maravilloso oro en el EuroBasket 2017, Eslovenia cierra ahora su otra gran cuenta pendiente con su primera clasificación olímpica. El oro de 2017, las semis de 2009, el equipo de 2013, la enorme primera fase de 2005… casi se podía rastrear un patrón en las grandes actuaciones eslovenas coincidiendo con Europeos no preolímpicos o incluso en los notables Mundiales de 2010 y 2014 con la llegada en ambos a los cuartos de final. La excepción bien pudiera ser el Europeo de 2007 y la clasificación para el Preolímpico de 2008, donde Puerto Rico acababa por cercenar las opciones eslovenas. Con todo, quizás la gran oportunidad había tenido lugar en su primera participación.
En 1992 Eslovenia arrancaba su participación en la primera fase en la sede de Bilbao ganando sus primeros cuatro partidos. Con dos clasificados por grupo, y Eslovenia ya clasificada para Zaragoza, la última jornada les enfrentaba a una Checoslovaquia que se jugaba el pase tras su derrota ante Turquía. Eslovenia aprovechaba el partido para rotar más de lo habitual y Checoslovaquia se llevaba el partido y una victoria a Zaragoza, ya que los resultados entre los clasificados se arrastraban. Ya en la ciudad aragonesa, Eslovenia iniciaba la segunda fase venciendo con claridad a Italia y Alemania antes de perder ante Croacia y Lituania. Una victoria ante Israel en la quinta jornada les ponía el pase en bandeja, dependiendo de sí mismos o incluso bastando una derrota de Alemania.
Con los de Pesic imponiéndose a los checoslovacos, Eslovenia, que de haberles ganado en la primera fase ya estaría en los Juegos, se jugaba el tipo ante una CEI con la que acababa perdiendo por tan solo dos puntos tras llegar 6 arriba al descanso. 30 años (menos un día) después, esa herida acabaria por cerrarse en Kaunas. En aquella primera selección eslovena estaban Horvat, Vilfan, Jaka Daneu, Zdovc, Kraljevic, Kotnik, Alibegovic, Hauptman, Golc, Djurisic, Gorenc, Tovornik, Micunovic y Bacar, dirigidos por Zmago Sagadin.
ESLOVENOS OLÍMPICOS: Aunque como selección independiente Eslovenia debuta en unos Juegos, cabe apuntar que durante su pertenencia a Yugoslavia varios fueron los jugadores eslovenos en ser olímpicos:
1960: Marjan Kandus, Miha Lokar, Ivo Daneu 1964: Ivo Daneu y Vital Eiselt 1968: Ivo Daneu y Aljosa Zorga (medalla de plata) 1972: Vinko Jelovac y Milán Marovic 1976: Vinko Jelovac (medalla de plata) 1988: Jure Zdovc (medalla de plata)
CONTINUIDAD: Salvo lesiones de última hora, Eslovenia acude a Tokyo con los mismos doce jugadores que lograron el pase en Kaunas, o lo que es lo mismo, con siete de los campeones de 2017. Otro más, Matic Rebec, fue uno de los dos últimos descartes ya en la propia ciudad lituana. Teniendo en cuenta que Zagorac y Goran Dragic estuvieron presentes con la delegación y que Sekulic era asistente de Kokoskov, bien puede decirse que, en cuanto a los nombres, Eslovenia muestra bastante continuidad. Una continuidad, eso sí, hasta cierto punto engañosa. Desde el cambio del banquillo, a un juego interior más reducido y la retirada de la selección del entonces MVP Goran Dragic hasta el crecimiento estelar de Doncic, la consolidación de Blazic o la nacionalización de Tobey acaban por conformar una Eslovenia muy distinta.
AUSENCIAS: Con Goran Dragic retirado de la selección y dejando de lado los rumores sobre una posible vuelta, Eslovenia presenta menos bajas que en veranos anteriores, aunque no por ello menos sensibles. Tras un notable curso en Munich, una lesión en la final de la BBL dejaba a Zan Mark Sisko fuera de la convocatoria. Por su parte, Gasper Vidmar declinaba la invitación a unirse al equipo por no encontrarse en plenas condiciones físicas, mientras que ya en la preparación unas molestias en la rodilla alejaban a Juri Macura de sus opciones de acudir a Tokyo. Unos meses antes, la grave lesión de Jordan Morgan con el Unics había dejado libre la plaza de nacionalizado en pos de un Alen Omic que entre sus compromisos en Francia y pasados encuentros no acabó de decidirse, abriendo la puerta a la nacionalización de Mike Tobey.
RITMO EN AMISTOSOS: Eslovenia llegaba a Kaunas tras haber disputado dos amistosos ante Croacia en un rodaje escaso pero suficiente dadas las circunstancias. Una circunstancia que no ha podido tener réplica tras el Preolímpico. Con parte de la planificación pospuesta, Eslovenia no encontró rival para disputar partido alguno antes de volar a Japón y ya allí el partido que le había de enfrentar a Francia parece, en el momento de escribir estas líneas, que tampoco podrá disputarse. Encuadrada en un grupo exigente con las dos últimas finalistas del Mundial y el equipo anfitrión, queda ver si ese parón competitivo no afecta a los de Sekulic. A cambio, el venir de un torneo de la exigencia del Preolímpico es posible que haya adelantado automatismos y roce competitivo. Cabe recordar que en Río Serbia fue plata tras disputar el clasificatorio y que, cuatro años antes, Rusia había logrado el bronce en Londres en idénticas circunstancias… aunque con distinto formato.
TIRO EXTERIOR: Con Prepelic como único especialista puro, el tiro exterior se antojaba uno de los grandes hándicaps de Eslovenia antes del Preolímpico y acabó por ser una de sus principales armas. Varios factores incidieron en ello: el progreso de jugadores como Blazic, Dragic o Hrovat que, aún lejos de ser fiables, han ido ganando confianza en la ejecución fue uno de ellos, así como la finura -complicada de repetir- de Cancar. Pero más allá de lo individual, el ritmo de juego y la querencia por la transición acabaron por facilitar más espacios y menos tiempo de duda. El otro factor determinante, cómo no, fue la generación de Doncic. Su capacidad de atraer defensores e invertir a las esquinas a los aleros o al frontal con Tobey acabó generando una catarata de tiros abiertos. Con más nivel físico enfrente (fue Venezuela la que más llegó a trabar ese aspecto a los eslovenos) y un mayor scouting, de la capacidad de mantener esa amenaza será fundamental para las opciones de los de Sekulic.
REBOTE/JUEGO INTERIOR: Otra de las teóricas papeletas que solventó con solvencia Eslovenia en Kaunas fue la del rebote, cerrando muy bien las segundas opciones, aunque ante rivales de más talla deberá cuidar más. Con un juego interior muy corto, la necesidad de especular y no cargarse de faltas se antoja decisivo.
RITMO: Probablemente la principal seña de la nueva Eslovenia de Sekulic sea el enorme ritmo que imprime a los partidos. Haciendo de la necesidad virtud, el equipo ha mutado a una versión extremadamente rápida en campo abierto y de una producción ofensiva tremenda.
DEFENSA: Seña de identidad de la selección en las etapas de Pipan o Zdovc, Eslovenia siempre destacó durante años por su buen nivel defensivo yendo un poco en contra del imaginario colectivo, que proyectaba sobre ellos una imagen muy distinta. La llegada de Maljkovic supuso un cambio de estilo, con el serbio -tantas veces señalado por lo contrario- apostando por la agresividad defensiva como forma de ataque y la velocidad. Un poco en esa senda, Sekulic apuesta por arriesgar en primera línea por ayudas bruscas y automáticas y, en general, por el riesgo exterior mientras arropa a Doncic y los interiores.
DONCIC: Por mucho que nos paremos a analizar cuestiones tácticas o técnicas, al final la presencia de un jugador de esta dimensión acaba por ser un factor por sí mismo. Imparable en el 2x2 y con una capacidad para generar inaudita, Sekulic ha conseguido integrar un sistema que explota todas sus virtudes. Mantenerlas sin que ello desactive a los compañeros en los momentos en los que no esté puede ser la llave.
QUÍMICA: Fundamental en Kaunas, puede ser otra de las claves en Tokio. Descartada la vuelta de Goran Dragic, los liderazgos permanecen claros. Queda ver si el rumor no ha dejado algún poso...
MENOS SINIESTRA Y MENOS FAMILIAR: Una de las características más llamativas de Eslovenia en los últimos años era la presencia de distintas sagas familiares que hacían posible encontrar a varios hermanos en una misma convocatoria. Los Dragic, Udrih, Lorbek o Muric llegaron a ser compañeros en distintos momentos. Con Zoran Dragic y Dino Muric como "supervivientes" de esas sagas, en esta ocasión no habrá ninguna pareja de hermanos en la lista como ya sucediera en 2017 tras la lesión del propio Zoran. Siendo uno de los países con mayor porcentaje de zurdos en su población, Eslovenia llegó a juntar en la preparación del EuroBasket 2009 hasta siete jugadores "siniestros" en un mismo encuentro (Lakovic, Klobucar, Beno Udrih, los hermanos Dragic, Dino Muric y Slokar). En Tokio solo Zoran hará gala de esa condición.
PRECEDENTES:
VS ARGENTINA: Inédito en competiciones oficiales, se han enfrentado en dos ocasiones en encuentros de preparación. La última de ellas en Singapur en un torneo previo al Mundial 2006 y la anterior en Buenos Aires en 2001 con victoria también argentina en la prórroga.
VS JAPÓN: Inédito
VS ESPAÑA: Sin precedentes olímpicos o mundialistas, Eslovenia y España se han encontrado en siete ocasiones en los EuroBaskets con un balance de 4 victorias para España (una de ellas en el tiempo extra) y tres para Eslovenia (1999, 2013 y la semifinal de 2017)
RÉCORDS
Más presencias internacionales: Jaka Lakovic (86)
Más presencias internacionales en activo: Goran Dragic (79)
Más presencias internacionales entre los convocados: Edo Muric (63)
Máximo anotador de la historia de la selección: Jaka Lakovic (1564)
Máximo anotador de la historia de la selección en partidos oficiales: Teoman Alibegovic (990)
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